PATAGONIA

          

Cuando los Equipos de Capacitación de Telpin Educa, fueron convocados por la Fundación Compañía Social Equidad, para dictar el Curso de Capacitación en Informática e Internet Educativa para los docentes de la provincia del Neuquén, en agosto del 2001 -proyecto desarrollado en el ámbito de la Cooperativa Telefónica Pinamar Ltda-  sus integrantes no imaginábamos las perdurables huellas que esta sorprendente región y sus habitantes dejarían en nosotros.

La experiencia neuquina dejó amigos y una enorme satisfacción, en todos nosotros. Ahora nuevamente al sur: a las provincias de Santa Cruz -en marzo- y del Chubut en abril del 2002.

El verano se invirtió en la planificación y preparación del viaje; también había que informarse de los detalles históricos y geográficos de los lugares  adonde iríamos, lo que aumentó nuestro deseo de conocerlos.

Tres fueron los Equipos de Capacitación, que partieron rumbo a la Patagonia Austral.

De los abruptos acantilados de la costa patagónica a la cordillera, del legendario cabo Vírgenes al paradisíaco Valle 16 de Octubre, atravesamos -asombrados- la ruda y árida estepa patagónica de aplanadas e interminables mesetas.

Por tierra o por aire nuestros ojos se llenaron de escenarios indescriptibles. En el Atlántico, aguas intensamente verdes que bañan hermosas rías o las costas del Golfo Nuevo, donde las ballenas han encontrado un acogedor refugio.

En la región cordillerana,  nevados  picos y ríos de aguas frescas y cristalinas. Cerros con las laderas cubiertas de ñires y lengas, que el otoño ha pintado de rojos y anaranjados y que se miran en las aguas de lagos azules e insondables. Imponentes glaciares de matices azules y violetas. Los gigantescos y milenarios alerces, príncipes de los bosques andinos.

Y las distancias... Interminables, como los horizontes que huyen en la inmensidad infinita de esta tierra única.

Cada tanto "cigüeñas" que "picotean", incansables el oro negro de las entrañas de las mesetas o torres que buscan petróleo y turbinas eólicas que  empiezan a disputarles el terreno.

Gigantescos lagos formados por represas hidroeléctricas. 

Viento y petróleo, yacimientos y riquezas; la Patagonia es un depósito de esperanzas.

Y sus habitantes, los NYC -nacidos y criados allí- los VYQ, venidos y quedados; los VYC, venidos y criados; y los TAF, traídos a la fuerza, según un ocurrente profesor cordobés.

Descendientes de inmigrantes venidos de todas partes de Europa, hijos de todas las provincias argentinas, los patagónicos se sienten orgullosos de su tierra. Acostumbrados al esfuerzo bregan cotidianamente contra todas las dificultades que imponen la realidad nacional y las condiciones geográficas. Empecinados, han levantado ciudades en medio del desierto. 

Por todas partes hay banderas argentinas flameando. La Patria no es algo abstracto por estas latitudes.

"Patagones Regio Gigantum", se lee en un atlas de 1570. ¡Qué mejor descripción para esta tierra de gigantes donde en cada lugar hay una leyenda o un misterio!

Patagonia, todo es grandeza. Cada lugar evoca pasadas epopeyas -o sugiere nuevas- cada rincón permite soñar aventuras o realizarlas.

Sus riquezas, sus laboriosos habitantes -resistentes como el coirón, el duro pasto patagónico- y lo mucho que aún queda por realizar, hacen de esta región la última reserva de oportunidades de la Argentina y su mejor futuro. 

Si la Argentina perdiera esta tierra, recién entonces sabrían sus habitantes cuanto aporta ella para la Nación, y cuanto dependemos todos de la energía eléctrica, gas y combustibles que aquí se producen.

Los musulmanes según el Corán -su libro sagrado- deben peregrinar a la Meca, aunque sea una vez en sus vidas. Los argentinos deberían viajar a la Patagonia, al menos una vez,  y comprenderían mejor a la tierra en que viven.

Fuimos a enseñar pero, cargados de preguntas y curiosidad, es más lo que aprendimos.

Retornamos con los ojos colmados de paisajes que sólo los poetas pueden describir y con el espíritu lleno de esperanza.