En ese sentido es yo creo que es importantísimo leer lo que el diario “La Razón” a dos días de la transmisión que se hizo en el Teatro Coliseo publicó y que dice así: –Son palabras increíbles, porque es la definición de lo que constituye la radiodifusión- “Alguien tuvo la feliz –dice el diario La Razón del 28 de agosto de 1920- ocurrencia de colocar en lo alto de la sala, del Teatro Coliseo, un micrófono potente y anoche, una onda sonora onduló vermicular, de las 21 a las 24, por el espacio, como cubriendo su sutil collage de armonías, las más caprichosas, ricas, grávidas de nobles emociones, a la ciudad entera. Lo de anoche fue más que eso, a la maravilla científica, sumose la delicadeza conmovedora que entrañó el pensamiento de quienes lanzaron al espacio –sin finalidad interesada alguna- todo el tesoro estético que encierra la partitura de Wagner. Buenos sembradores echaron puñados de emoción al espacio, para que recogiesen cuantos de ella pudiesen tener hambre y sed. Y a fe que los beneficiados habrán podido creer que esas notas, divinas, venían del cielo”. –Continúa César Guerrico: -Don Miguel Mastrollane, quién escribió este artículo, director de la página teatral del diario La Razón, no supo tampoco que describía con estas breves líneas lo que constituyó, en su esencia, el broadcasting, o la radiodifusión, vale decir lo que llamamos, actualmente, los “medios de comunicación de las masas”, que constituye un hito –vuelvo a repetir- en la vida cotidiana. El periodista: ¿Había Dr., en aquella época, en la Facultad, una materia asignada a la técnica radioeléctrica? –Bueno, en aquel entonces, en la Facultad de Ingeniería no tenía la especialidad de electricidad y nosotros habíamos desarrollado una técnica bastante avanzada en ese sentido. Poco a poco, en el terreno de la radiodifusión, fuimos avanzando y los que sí se hicieron ricos fueron los importadores de elementos básicos y necesarios para hacer receptores, porque rápidamente en Buenos Aires se corrió la voz – a través de este artículo de La Razón y otras formas de información- de que con cierta habilidad y con un alambre tendido en la azotea y con un receptor que se hacía con un cristal de galena, unos condensadores y otros elementos complementarios, se podía oír lo que sucedía en un sitio cerrado de un teatro Coliseo de Buenos Aires. Es necesario que ustedes sepan, señores, lo que para Uds. es una cosa simple y sencilla oírnos a nosotros, por ejemplo ahora, en aquel entonces constituía todo un hecho fenomenal, porque oír lo que sucedía en un sitio, sin medio de contacto, sin alambres, sin contacto directo, esto constituía un hecho monstruoso –vuelvo a repetir- que la costumbre ha hecho de esto una cosa perfectamente natural que si yo oigo una transmisión de esta radio Municipal, en un automóvil, en un avión, en un barco, en cualquier parte, en aquel entonces constituía –vuelvo a repetir- un hecho monstruoso. |