Dice Marina Soria:
Cuando uno llega a determinada edad, se piensa que hay cosas... que ya el tiempo pasó y otras cosas ocupan el lugar...pero no es así.
Al presentarse esta oportunidad, que ya lo creía perdida, me decidí.
Primero pensé que era algo absurdo, luego me dije que haría el intento.
Al comenzar...fue una amarga sensación...un aula...difícil de asimilar...
Tan fácil luego, al irse haciendo carne...Un momentito para estudiar...otro momentito para completar deberes...Fue llenando esos espacios que, a veces, pensamos que ya no nos quedan.
Sumado todo esto a la capacidad de asimilar la enseñanza...la cosa cambió.
El compañerismo, la relación con los profesores, empecé a querer como se quieren todas las cosas que uno siente le pertenecen...la escuela.
Y fueron pasando los días, los meses y, al cumplirse el primer año, viene a mi memoria, aquello que alguna vez escuché:
..."Nunca es tarde"...
¡Cuánto nos queda por hacer!