En el año 1800 una extensión de 70.000 hectáreas de campo, que pertenecían a José de Suárez, eran conocidas como "Los Montes Grandes de Juancho", llamada así por los montes de tala que cubrían estas tierras. Es la primera noticia escrita que alude al territorio donde hoy se encuentra el Partido de Pinamar. Por el año 1835 don Félix de Álzaga recibe de Juan Manuel de Rosas estos terrenos, por haber sido jefe del Regimiento "El Restaurador". A su muerte, su heredero, Martín de Álzaga se casa con Felicitas Guerrero, una descendiente de Carlos José Guerrero, el primer Guerrero en llegar a la Argentina, procedente de un pueblito que lleva el nombre de Alahurin el Grande, en Málaga, España. Felicitas era muy joven, tenía entre 16 y 17 años cuando conoció a Martín de Álzaga, quién por entonces había pasado los 50 años. Un vizcaíno de gran fortuna, Martín de Álzaga se enamora perdidamente de ella y la pide a sus padres en matrimonio. Se casan y tienen un hijo, que muere al nacer, en 1868. Un segundo hijo muere en los tiempos de la fiebre amarilla, en 1872. Poco tiempo después fallece Martín de Álzaga y su joven esposa queda viuda a los 24 años, sin descendientes y dueña de una inmensa fortuna, que comprende los Montes Grandes y extensiones de campo en Castelli, donde actualmente se encuentra el castillo llamado "La Raquel". En Barracas, hereda también una casa, en la calle Montes de Oca. La belleza y juventud de esta rica heredera hacen inevitable que tenga numerosos pretendientes. Uno de ellos era un hombre llamado Enrique Ocampo. En uno de los viajes en carruaje que Felicitas debía realizar hasta sus campos, el cochero que la llevaba se desorienta y busca información en un lugar, donde los atiende un señor: era don Samuel Sáenz Valiente, dueño a su vez de la estancia, por cuyas tierras estaban pasando. Felicitas queda prendada de él y deja de atender al Sr. Ocampo. Éste no está dispuesto a aceptar la pérdida de Felicitas a manos de otro pretendiente. En una conversación privada con ella, durante la cual le exige que se case con él, a lo que ella se niega y le pide que se retire de su casa, él extrae un arma de fuego y dispara contra la joven, matándola en el acto. Luego dirige el arma contra sí mismo y se suicida.

Al fallecer Felicitas y no tener descendencia, toda su fortuna pasa a pertenecer a sus padres, Carlos José Guerrero y Felicitas González Cueto de Guerrero. A la muerte de ambos, la heredad se distribuye entre sus hijos, los hermanos de Felicitas.