Los
mamíferos, con su sistema nervioso altamente desarrollado (como en ninguna otra
especie) y con numerosas
adaptaciones ingeniosas, ocupan prácticamente todos los ambientes que en la
tierra pueden soportar vida. Aunque no son un grupo grande (4,000 especies,
comparadas con las 8,600 de aves aproximadamente, 21,700 de peces y 800,000 de
insectos), la clase mamíferos es, en conjunto, el grupo de mayor éxito biológico
de todo el reino animal con quizá la posible excepción de los insectos.
Los miembros de este grupo animal nos son tan familiares que, en general, no nos
resulta difícil discernir si un animal es un mamífero o no. Biológicamente,
nosotros mismos, los hombres, pertenecemos a la clase de mamíferos, de forma
que debería ser fácil para nosotros diferenciar a este grupo animal de los demás.
No hay mamífero que pueda considerarse prototípico. Son
increíblemente
diversos en tamaños, desde la colosal ballena, las cuales algunas superan las
100 toneladas, hasta la minúscula musaraña que sólo pesa unos cuantos gramos;
en cuanto a los espacios terrestres en que habita, los organismos pertenecientes
a esta clase, también es muy variada, ya que puede ser especializada como la de
los osos hormigueros, que sólo se alimentan de hormigas, la morsa captura
mejillones y cangrejos, y hay algunos roedores que consideran que todo es
comestible, como las ratas. El tipo de desplazamiento puede ser saltando como
los canguros, nadando como los manatíes, trepando como los monos, planeando de
árbol en árbol como los colugos y volando como los murciélagos. Entre ellos
se encuentran magníficas astas, enormes hocicos o corazas de escamas, las
cuales poseen determinada función para el desarrollo de organismos que lo
posea.