Me llamo Cristina Coccari. Soy una directora jubilada que desea hacer llegar a ustedes una de las formas que toman las tradiciones orales en mi terruño, o sea del pequeño sitio de nuestro gran mapa que abarca la región llamada "del Tuyú". Tuyú en guaraní significa barro blando y a veces, - según como se la use - barro blanco. Define a los cangrejales, a los bajos pantanosos y lagunas con pastizales propios de esta zona. Abarca Lavalle, Madariaga, Pinamar, Villa Gesell. Sus campos y playas, sus montes y lagunas.
Estas narraciones que les acerco han tenido difusión de boca en boca. Son cuentos de fogón, de aparecidos, de aquellos que solían contarse por las noches alrededor del fuego antes de irse a dormir, en el rancho donde la peonada se reunía para comer. Este rancho era (y es) llamado "matera" y estaba rodeado por otros ranchos, más lejanos, ubicados en círculo formando un patio amplio, adonde debían irse a descansar luego de tales reuniones. Fueron recopiladas y narradas por José Clemente Castro (Cuero Crudo), quien viviera en General Madariaga hasta el año 2001. Las he seleccionado por su frescura de primera mano, por el candor y la autenticidad de los textos.
Son cuentos de rústico perfil, que generalmente se habían iniciado haciendo referencia a un hecho real, luego deformado por los agregados y exageraciones propios del "boca a boca". El gaucho deseaba impresionar al oyente para que éste tuviese miedo de cruzar la profunda oscuridad de la noche hasta su rancho. Burlón, abusaba a veces de su gracia socarrona agregando ingredientes truculentos, para terminar tan asustado que no lograba despegar de su lugarcito junto al fuego que ya se consumía. Pero por su prestigio no podía confesarlo, y es por eso que la mateada se extendía a veces hasta el alba. Terminaban convencidos de la realidad de sus propias invenciones y, a partir de allí, comenzaban a ver aparecidos y luces malas fruto de su propia sugestión. La soledad y la oscuridad de la pampa hacían el resto.
Desearía ver en la Web nuestras más auténticas tradiciones orales; aquellas que al pueblo le gusta contar; las que la leyenda ha ido envolviendo en su manto ambiguo y ha llegado a desdibujar delicadamente y sólo en parte la realidad que las sustenta. Ellas forman el pensamiento mágico latinoamericano e integran el imaginario popular de nuestro pueblo.
La leyenda de "El Rosario"
narrada por Cuero Crudo
Cuenta la tradición que, allá por 1820, se mandaron a construir algunos fortines en esta zona con el objeto de retirar las tribus nómades hacia el sur del país, ya que sus límites estaban allí nomás, donde hoy está la ciudad de General Pirán, en zona llamada "Arbolito". Hasta esta región llegaron carretas con enormes cargas de ladrillos, a tiro de buey, desde Chascomús.
Se levantaron tres fortines: Juancho Viejo, Invernadas y se cree que un tercero llamado La Porteña. Una vez finalizadas las construcciones, el gobierno le dio al General Alzaga la misión de poblar la zona y dispersar a la indiada merodeadora, la que, como se sabe, no habitaba esta zona de montes de talas y coronillos. Por temor a ser sorprendidos, los Pampas llegaban, atacaban en malón, se llevaban hacienda, mujeres, niños y víveres y desaparecían por un tiempo.
Contaba Don Serafín Goñi que a Invernadas trajeron a poblar a un tal Ramón San Millán - soldado del famoso "Manco Paz" - con toda su familia: su esposa, Doña Eufrasia López, dos hijas casaderas y varios hijos ya mayores. El padre de Don Serafín le arrimó, por orden del general Alzaga, una majada y tres lecheras. Las hijas se casaron con gauchos de la zona acrecentándose la población.
En 1828 sufrieron la primera embestida de un malón al que, con gran valor, pudieron rechazar don Ramón y familia.
En 1830 la indiada del cacique Arbolito arrasó con los fortines de Invernadas y Juancho Viejo . Asesinaron a don Ramón y a uno de sus hijos. El resto de la familia se refugió monte adentro. Poco después fueron ultimados por las lanzas de un grupo que se internó entre los espinosos matorrales, salvándose sólo una de las chicas. La familia, que había huido con un cofre de cuero con piezas de plata y oro, producto del trabajo de tantos años de duro trabajo montaraz, alcanzó a ocultarlo al pie de un tala al que habían marcado colgándole un rosario en una de sus ramas bajas.
La joven fugitiva, en medio de su tremenda aflicción, le contó al padre Castañeda este hecho y el cura - el mismo que, como su amigo, presenciara la ejecución de Dorrego - mandó una partida a buscar el tesoro escondido . Nunca se pudo hallar. Según se dice, una jovencita del lugar encontró el rosario y se lo llevó a su madre, pero no recordó dónde estaba colgado. Mucho se ha buscado y aún hoy hay quienes piensan que la laguna "El Rosario", - propiedad de la familia Guerrero, heredera de Alzaga - esconde un tesoro, maldito por la sangre derramada que traerá penas a quien lo encuentre.
Se comenta en fogones y cocinas, que un afortunado joven contemporáneo de General Madariaga, de apellido Islas, un día encontró el tesoro... No sé...se dice!
El fantasma de la muerta
Narrada por Cuero Crudo, "El narrador del Tuyú"
En mis pagos - Balcarce - se relata desde hace cerca de cien años el caso de la muerta de Sierra Larga. Esta hermosa joven, eliminada por los celos de su novio, fue sepultada en el cementerio local, en medio del tremendo dolor de sus padres. Cada 20 años, un suceso relacionado con su muerte se deja oir.
Fue la primera vez aquella en que - allá por el 1900 - un tropero encontró una moza que iba caminando rumbo al pueblo, bajo una copiosa lluvia y viento. La muchacha iba con su vestido fino, sin cubrirse de la lluvia, por lo que el tropero le ofreció su poncho para protegerla del temporal. La acompañó un trecho, apeado de su caballo. Mientras caminaban, cambiaron algunas palabras y el joven se sintió atraído, hasta diría que se había enamorado. Al llegar a cierto lugar, la joven dijo:
-Esa es mi casa, debe retirarse porque a mis padres los va a incomodar.
-Está bien, señorita, le dejo el poncho. Mañana pasaré por el mismo lugar, de modo que, si el tiempo está bueno, puede usted devolvérmelo.
Al día siguiente el joven llegó al lugar y la dama no apareció. Y así fueron varias las veces en que el pretendiente se frustró, por lo que resolvió pedir el poncho en la casa. Golpeó la puerta y salió una anciana.
-¿Qué desea, buen hombre?
-Mire, señora, usted va a disculparme, pero la vez pasada le presté el poncho a una joven llamada Inés. ella quedó en devolvérmelo, pero como no ha sido así, he venido a reclamarlo.
-Aquí no vive nadie más que yo y mi viejo. Tuve una hija llamada Inés, pero hace 15 años falleció: su novio la mató por celos. - dijo la señora con amargura.
El hombre no podía creer aquél cuento y le había llevado años poder comprar su valioso poncho de vicuña, por lo que insistió. La anciana le trajo una foto de su hija fallecida. Era la misma persona. La madre no lo vio convencido, de modo que lo acompañó al cementerio para que viera la tumba. Al llegar al sepulcro, encontraron asombrados el poncho extendido sobre él como puesto a secar.
Se retiraron en silencio, con el peso de una gran pena. Y esos hechos se han repetido desde entonces, cada 20 años.
Nota: Existen en nuestros pagos del Tuyú historias similares acerca de la aparición de un espectro vestido de negro, al que llaman "La Viuda". Otra mujer que no se deja ver y llora amargamente en recorridos oscuros y solitarios, es llamada "La llorona". Estas creencias alimentan la superstición y sugestionan a personas impresionables, causándoles terror. Sin embargo, hay quienes aseguran haberlas visto.
La herencia del sapo
por Cuero Crudo
Desde hacía años que Froilán Arriola pensaba cada vez que pasaba por allí con su tropilla: "Algún día de estos me voy a quedar aquí para ver si es cierto que en esta estancia abandonada hay cosas malas" Fama tenía, pero a Froilán se le hacía mentiras eso de ver luces malas y escuchar galopes. Le había sucedido en otros lugares, pero al final había llegado a la conclusión de que se trataba de su imaginación.
Una tarde de verano, cuando la luz se moría en brazos de la noche, lo agarró pasando por la tranquera de entrada y pensó: "Justo para un convite" Trató de abrir el aro de la tranquera, pero tenía candado. Abrió el alambre, que estaba roto, hizo entrar a la tropilla, y se encaminó hacia lo que, en los buenos tiempos, fuera el departamento del capatáz.
Allí cerquita estaban los corrales, que todavía eran usados para trabajos con hacienda. El campo seguía arrendado y era manejado desde el escritorio de Macchi, Carrano y Cía. El hermoso casco de estancia de estilo francés en su época de esplendor, estaba destruido y rodeado de un yuyal; no quedaban guardapatio ni palenques a la vista; el aljibe de mármol de Carrara había sido partido en dos por los animales y de las instalaciones de teléfono de otro tiempo quedaban sólo uno que otro receptor.
Froilán echó una mirada a la cocina con dos entradas y resolvió tender y encender el fuego allí dentro. Había leña en abundancia. Trajo su caballo, lo desensilló debajo de lo que él recordaba fue una glorieta de uva blanca y lo soltó.
A partir de ese momento ya las cosas se comenzaron a salir de sus marcos normales. Sintió un golpe en el suelo detrás suyo. Al darse vuelta pensó: "¡Pero si es una taba nuevita! Al tomar la taba, siguiendo la costumbre criolla, ésta se transformó en sus manos en un gran sapo. Los ojos del animal desorbitados, lo sintió frío al tacto, mirándolo altivo, soberbio. Lo tiró cuán lejos pudo. No recuerda si éste trató de decirle algo, pero éste cayó junto a sus alpargatas y volvió a convertirse en taba. Desesperado, Froilán quiso buscar a su caballo para irse de allí. Siempre les tuvo miedo y asco a los sapos y no hubiese podido dormir sabiendo que uno de esos repugnantes bichos andaba suelto por ahí.
Finalmente se serenó, encendió el fuego y comenzó a cocinar un pedazo de carne cuando nuevamente la taba se hizo presente a su lado.
-Juegue, don. - dijo una voz cavernosa - hace mucho que nadie viene por aquí a divertirme.
La taba temblaba en cada "clavada" que recibía de revés de Froilán, quien la arrojaba asustado, sin intentar enterarse cómo caía.. Así lo tuvo toda la noche el famoso jugador invisible. Al amanecer todo se serenó y Froilán ensilló su caballo para irse de allí, cuando alguien le dijo al oído:
-Aquí dentro, en la cocina, hay un tesoro escondido. Cavalo y serás rico.
Froilán jamás volvió a acercarse al lugar, pero confió a un amigo las palabras escuchadas.
El amigo fue de día, cavó en la cocina y extrajo valores que le alcanzaron para comprar un campito. Froilán murió en la miseria, solo. Cuando lo encontraron, tenía parado sobre el pecho un sapo de extraña mirada altanera. Fue la venganza por su cobardía, por no haberse animado a cobrar el pozo ganado aquella noche.
La Malaquita
por Cuero Crudo
Cuando usted va por el camino de Los Zorzales, antes de llegar a San Juan de Púa, hay una bocacalle que lo lleva al campo de Mario Ugartemendía. En esa tranquera, hace algunos años, existía una cruz de madera dura, justo en el deslinde de ambos campos. Ya no está más. Según algunos memoriosos, señalaba el lugar donde fue enterrada, hace más de 70 años, una mujer.
La llamaban "La Malaquita". Se cuenta que vivía sola en medio de un monte muy profundo y espeso, en épocas en que el ferrocarril de trocha angosta pasaba por los obrajes de tala recogiendo la leña de la estancia "La Providencia", de Guillermo Martínez Guerrero.
Según se cuenta, esta mujer recogía y curaba a los paisanos y enfermos y les lavaba la ropa. Tenia una especie de pulpería, adonde los domingos traía a algunos más dóciles a rezar por el alma de algún difunto conocido. Se supone que, al morir, tenía mucho oro enterrado. Su muerte, como su vida, fue un misterio nunca develado. Se la encontró encerrada en un cajón sin manija, sólo envuelto con un maneador de potro. Una gran crecida de las lagunas y cañadones, impidió el paso al cementerio, por lo que fue enterrada allí mismo donde había vivido.
La Malaquita tenía fama de milagrosa, de allí que a la estancia de al lado, de la misma dueña, le pusieron el nombre de "La Milagrosa", olvidando su antiguo nombre de "Los Zorzales".
Nadie pudo tampoco explicar el origen de la cruz. En ella decía: "Malaquita, te quiero". Nadie llevó nada a ese lugar durante los trámites del entierro. Nadie vio a nadie llevarla, nadie la hizo.
En esos días ventosos, cuando anochece, se observa que del lado de La Malaquita está más sereno, y se santiguan en nombre de la mujer del monte.
Aseguran los vecinos del lugar que, en noches de luna llena, se puede ver una luz muy tenue donde fue su rancho. Muchos han buscado el oro de La Malaquita, pero hasta hoy, no se ha dado con él.
Nota de la autora: Entre los habitantes del Tuyú que han investigado la historia del lugar, es conocido el "Potrero de los pobres", en la estancia "La Providencia" de don Guillermo Martínez Guerrero, donde se les permitía estar y se les alcanzaba algún sustento. Este caudillo radical, fundador de la UCR en General Madariaga, aterrizaba con su Piper de regreso de algún viaje y ya tenía esperándolo una nube de indigentes sin hogar o sin trabajo, a quienes procuraba satisfacer sus demandas. Fueron con su esposa, Ana Rosa Schliepper, fundadores del Hospital Municipal de General Madariaga.
AUTORA: MARÍA CRISTINA COCCARI
AUTOR DE LOS RELATOS: JOSÉ CLEMENTE CASTRO
DIBUJOS: FLORENCIO MOLINA CAMPOS
CORREO: cristinacoccari@hotmail.com
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