NATURALISTA PRECOZ

Nacido en Buenos Aires el 31 de mayo de 1852, Francisco Pascasio Moreno llegó al mundo en el seno de una familia de buen pasar y de estrechas relaciones con el mundo de la política. Su padre, Francisco Facundo Moreno, hombre ilustrado y de fortuna, encarnaba el pensamiento liberal y contrario al dictador de la época, Juan Manuel de Rosas, cuyo gobierno había obligado a muchos argentinos a exiliarse en Uruguay. Entre ellos se encontraba don Moreno padre, quien compartió aquellos años de exilio con figuras como Mitre, Sarmiento, Echeverría y muchos otros nombres que jugarían un papel clave en la nueva etapa argentina que comenzaría tras la derrota definitiva de Rosas en la batalla de Caseros, en febrero de 1852.
La familia Moreno regresó a la Argentina pocos días después de esa bisagra histórica del siglo XIX para la Argentina y pocos meses después nació el primer hijo varón de Francisco Facundo Moreno y Juana Thwaites, argentina, hija de un militar inglés radicado en Buenos Aires tras el fracaso de las invasiones inglesas de 1806 y 1807.
Desde muy temprano, Moreno mostró una inusual afición por la naturaleza y por los restos que hablaban del pasado geológico. En escapadas a las riberas del río y, sobre todo, en una larga temporada en la estancia de unos parientes en Chascomús, que le permitió alejarse de la epidemia de fiebre amarilla de aquellos años, el precoz Moreno comenzó a juntar huesos y restos de vida vegetal o animal en lo que parecía ya una vocación natural, que fue alimentada y estimulada por su padre.
En el campo de la provincia de Buenos Aires, su búsqueda de restos del pasado acrecienta su curiosidad por la exploración. Presiente que hacia el sur, donde muy pocos se aventuran, el continente casi virgen debe reservar hallazgos extraordinarios.
A los 15 años de edad, Moreno tenía ya una colección tan importante de restos óseos y de algunos fósiles que su padre invita un di a al ex presidente Sarmiento a conocer el museo propio del joven naturalista. De inmediato, Sarmiento advirtió que se trataba de un caso excepcional. Y le dio un consejo de gran valor: "Hay que presentar a su hijo al doctor Burmeister".
Germán Burmeister, científico y naturalista alemán, había llegado al país, como muchos otros grandes educadores, atraído por Sarmiento para ocupar un lugar clave en las instituciones culturales de la Argentina. Con gran interés, analizó las piezas de la colección de Moreno y encontró, incluso, una rara especie de armadillo para la que recomendó la clasificación científica original, bajo el nombre de Dasypus Moreni.
Uniendo su consejo al del naturalista belga Eduardo Van Beneden, Burmeister alienta al joven Moreno a que envíe a Francia un relato de sus trabajos al célebre científico francés Paul Brocca -el descubridor de las diferencias entre los hemisferios cerebrales-quien no sólo toma nota de esos conocimientos de la lejana América del Sur sino que inicia una larga y provechosa relación epistolar con Moreno, a quien le abrió, para el futuro, las puedas del mundo científico europeo. Así añadió Moreno, a su multifacética actividad de estudioso en el terreno, estrechos contactos con el mundo avanzado, para dar a conocer lo que sus ojos y sus exploraciones descubrían.
Burmeister fue también el primero que confirmó a Moreno el extraordinario atractivo científico que esperaba allá en el Sur. Sin haber viajado aun, Burmeister había tenido noticias de la importancia geológica y paleontológica de la Patagonia por los relatos y testimonios aportados por un joven militar con vocación científica, el coronel Luis Fontana, quien de sus incursiones hacia lo que hoy es el norte de la Patagonia había traído numerosos vestigios del pasado.
Cuando Fontana se los llevó a Moreno, el naturalista en formación supo ya que su futuro estaba definido. Debía partir hacia el sur del país en busca de lo desconocido.

Fuente: http://www.tecpetrol.com/patagonicos/cuaderno16/default.htm#dos

Cuaderno 16
Francisco P. Moreno
Alma de la Patagonia

por Germán Sopeña