SOLIDARIDAD

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Anita vivía con sus padres en una humilde casita de la ciudad; desde el primer año concurría a la misma escuela, era buena alumna y mejor compañera, siempre estaba alegre y dispuesta a colaborar, por eso era muy querida por todos. En el tercer grado comenzó a tener dificultades en sus ojos, por ese motivo tenía necesidad de sentarse cada vez más cerca del pizarrón, cuando cumplió 11 años y cursaba sexto grado, el problema se agravó. Un día no llegó a horario y todos se preocuparon mucho; después de la primera hora se presentó acompañada de sus padres; con mucha pena comentó que no vendría más a clases por que veía todo borroso, debía someterse a una costosa operación y luego usar unos anteojos especiales y sus papás no tenían el dinero necesario. Cuando se retiró del aula todos quedaron muy tristes, pero inmediatamente se dispusieron a organizar la ayuda que Anita necesitaba. Todos los días uno de sus compañeros iba hasta su casa llevando la tarea, se la leía, le explicaba para que pudiera memorizar y estar al mismo nivel que sus compañeros. Así lo hicieron hasta el final del año; también muy discretamente juntaban sus moneditas en una alcancía que guardaban en el armario del aula. Los padres también colaboraron organizando cenas, bingos y rifas con el fin de reunir el dinero necesario. Cuando llegó el examen final Anita tuvo la posibilidad de darlo oral y aprobó con muy buenas notas. En la fiesta de fin de curso todos estaban contentos, y muy emocionados se acercaban a recibir sus diplomas, cuando fue el turno de Anita se escuchó una gran ovación, ella con lágrimas en sus ojos agradeció a sus compañeros, pues sin su ayuda no lo habría logrado. Al terminar el acto la Sra. Directora invitó a los padres de Anita a subir al escenario, y les entregó un sobre y la humilde alcancía (que pesaba bastante) y les dijo en nombre de todos, que era una ayuda para la operación de Anita. Los padres no podían hablar de la gran emoción y sólo dijeron ¡gracias!, una palabra chiquita que cuando se dice con el corazón se vuelve enorme. Luego se despidieron con una fiestita y mucha alegría hasta el año siguiente. Con el nuevo año llegó el mes de marzo y comenzaron las clases; grande fue la sorpresa y la alegría cuando vieron llegar a Anita muy sonriente con sus anteojos nuevos, les contó que con la ayuda habían podido operarla y ahora estaba muy bien. Esto fue posible gracias a la Solidaridad de todos, y es fruto del Amor que le da sentido a la vida.

SUSY

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