Viaje de  P. Moreno .

_Pocos días de partir en colectivo hacia la ciudad de San Carlos de Bariloche, se desató el caos en Buenos Aires. Los acontecimientos del 20 de diciembre y sus posibles consecuencias quisieron atentar contra el viaje proyectado, pero desafiando el destino y buscando nuevos aires, decidí que lo mejor sería cumplir con mi promesa de unir en bicicleta la ciudad de los “mochileros” con la ciudad del fin del mundo.

    Así es que finalmente en la fresca mañana del 29 de Diciembre, y con pensamientos como“esto es prácticamente imposible”, salí con la bicicleta cargada con lo que me iba a servir para vivir durante 47 días en lugares en los que nunca había estado y bajo sus inclemencias climáticas.

    Por citar algunos lugares por los que atravesé  a fuerza de pedales, y en un orden cronológico,  podría nombrar:

 

-         El bolsón, atravesado por el paralelo 42. La “Meca” de los mochileros.

 

-     Parque Nacional Los Alerces, lugar de increíbles bellezas naturales.

 

-     El pintoresco Trevélin, fundado por galeses.

 

-         La Laurita, el único puesto en 150 km de desierto patagónico. Es tan solo una estación de servicios.

 

-         Río Mayo, último pueblo chubutense sobre la famosa ruta 40 antes de cruzar a Santa Cruz. Tuve la suerte de visitarlo durante la Fiesta Nacional de la Esquila que se lleva a cabo todos los años.

 

-          Perito Moreno, y desde este punto hasta El Calafate, exactamente 652 km en los que pase la noche en estancias pidiendo a los peones permiso para armar la carpa ”por ahí”.

 

-         El increíble glaciar Perito Moreno.

 

-         Río Gallegos, a 370 km de distancia del glaciar,.

 

-         Y toda la Isla Grande de Tierra del Fuego, en la que continué pedaleando hasta llegar a la ciudad ubicada  mas al sur en todo el mundo.

 

-         Ushuaia y el Parque Nacional Tierra del Fuego.

 

 

Fueron en total 3069 kilómetros. Cada uno de ellos sufrido y disfrutado, soportando muchas veces fríos extremos en las noches como también  temperaturas muy elevadas durante el día, tan elevadas que un día, pedaleando en Santa Cruz, el agua que llevaba de reserva tomó tal temperatura, que me obligó a tirarla. Sin agua seguí pedaleando hasta el único lugar donde podría conseguirla, la estancia “Casa de piedra”.

 Al llegar caí desmayado por lo que tuve que quedarme varios días recuperando fuerzas.

 

Otra contra fue el viento, que en toda la parte sur de la Patagonia sopla a 70km/h con ráfagas de hasta 100. Esos datos me los suministraba la radio cada vez que la prendía en la mañana antes de salir a pedalear.

 

Fue realmente muy duro pero al mismo tiempo una experiencia increíble. Jamás podré olvidarme de la gente que me alojó en sus casas sin pedir nada a cambio; que me invitó a comer; de la gente que me deseo buena suerte y tampoco me voy a olvidar nunca de los automovilistas que pasaban tocando sus bocinas o haciendo luces demostrándome su apoyo.

    Por eso es que una vez que volví de Ushuaia me zambullí en los mapas para darle forma al próximo desafío.

 

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