15-05-2002
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LAS LECCIONES DE LA HISTORIA

Con posterioridad a este proceso, son conocidos diversos enfrentamientos entre Argentina y Chile por cuestiones limítrofes. Río Encuentro, Canal de Beagle, Lago del Desierto o Hielos Continentales, son nombres que han ensombrecido las relaciones entre los dos países a lo largo de estos cien años. Y cualesquiera fuera la solución hallada para cada uno, cada conflicto derivó siempre en una pérdida para los dos países. En este sentido, viene bien evocar a modo de cierre una reflexión de otro autor chileno, Pablo Lacoste, también citado en nuestro libro: "La explotación de conflictos limítrofes fue en este período una estrategia para alcanzar objetivos políticos internos, que resultó funcional para los intereses coyunturales de los grupos de militares y políticos nacionalistas "Se mostró al país trasandino como intrínsecamente 'expansionista' y por lo tanto, como una 'amenaza' para la tranquilidad, la paz y los intereses nacionales. En esos momentos de brote xenófobo, prevalecía la frontera como amenaza por sobre la idea de frontera como oportunidad". "La construcción de la imagen del país vecino como expansionista iba a acarrear consecuencias negativas impredecibles. No sólo en las dificultades para construir lazos, sino en la frustración de importantes territorios del propio país. Al profundizarse esta concepción, diversos factores de poder harían sentir su influencia para responder a estos prejuicios. Por ejemplo, al ser tan fuerte la imagen de Chile como país expansionista, los militares argentinos vetaron durante más de cien años, los proyectos de inversiones en la infraestructura en la zona de frontera. Jamás se construyó el ferrocarril paralelo a la cordillera, planteado por Manuel Olascoaga ya en 1901". "Y tampoco se terminó de pavimentar la ruta nacional 40, verdadero eje articulador e integrador de las provincias del interior del país. Como resultado, los militares hicieron el juego a los intereses del imperialismo del Atlántico Norte: el sistema de transporte en la Argentina adoptó la forma radial, con un centro en Buenos Aires y los rayos de penetración hacia el interior. De esta forma se consolidó un sistema de transporte propio de un estado colonial, con canales para extraer materias primas e introducir manufacturas, pero sin integración interna capaz de unificar el mercado y generar el desarrollo nacional". "Además, las corporaciones militares tuvieron la responsabilidad decisiva en el bloqueo de proyectos de construcción de obras de infraestructura que aportaran a la integración física entre Argentina y Chile. En ello coincidieron los militares de ambos países. Todo se hizo para prevenir la amenaza de invasión militar por parte del país vecino. Pero el resultado fue perjudicar el desarrollo interno, al retrasar el desarrollo económico de la zona de frontera y la ocupación del espacio en un área de gran potencialidad minera, turística y ganadera". Como dijimos al comienzo, la historia deja lecciones que, más temprano que tarde, deben ser consideradas por los pueblos. A cien años de aquella voluntad manifiesta de los colonos galeses, estos rincones cordilleranos siguen aguardando que su condición de frontera no sea -paradójicamente- el condicionante para la vida de sus pobladores y que Argentina, ese país al que eligieron aquellos colonos como el propio, recupere el sentido de la paz, la dignidad y la solidaridad, como valores en los que seguir creyendo.