PROCESO DE VALORACIÓN DEL
“FONDO DE CAMPO”

OSTENDE

MONTECARLO

CARILO

PINAMAR

VALERIA DEL MAR

 

 

 

             El objetivo de este trabajo es seguir  el proceso de desarrollo de los núcleos urbanos en la región del Tuyú,  para demostrar que ha tenido en la iniciativa privada su origen fundamental, aunque con particularidades propias en cada caso.

            El otro proceso igualmente importante que paralelamente iremos siguiendo, es el de la transformación del inculto y bravío fondo de campo en  la suave, hospitalaria y sofisticada costa turística.

            Tuyú en idioma guaraní significa “barro”. Y fue en ese barro, dócil aunque de fiero aspecto, en el que la mano del hombre  modeló calles, trazó plazas y avenidas, plantó, sembró, edificó, fundó.

            En el sector costero este acto de creación no se realizó a expensas de tierras agrícolas, sino recuperando áreas de dunas vivas. En ellas se crea un estado parcelario con un régimen especial en cada caso, ya que tienen origen en actos individuales de propietarios que han subdividido con fines inmobiliarios o turísticos.

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OSTENDE, LA DECANA

 

EL FERROCARRIL   

            Los 25.000 km de playa en manos de los herederos de Carlos Guerrero vieron llegar el progreso sobre los rieles del ferrocarril, que habilitó la Estación Juancho dentro de su campo en 1908.

            Las estaciones ferroviarias de Macedo, Invernadas y Juancho, quedaron reducidas a su específica función. No sucedió así con los kilómetros de playa de estos campos. Existe un antecedente en Catastro Provincial en 1887, en la estancia Juancho de Carlos Guerrero, donde figura el trazado de un pueblo a orillas del océano, mucho más extenso que el del Divisadero.

            Al tener el medio más moderno de comunicación, surge la idea de aprovechar esa costa con fines turísticos. El ambicioso proyecto es encarado a partir de 1909 por una compañía belga que utiliza mano de obra japonesa de una Colonia llamada Tokio (hoy ruta 11 y Víctor Hugo).

 

LOS BELGAS

 

            Estaban al frente los belgas Fernando Robette y Agustín Poli, originarios del puerto y balneario flamenco Ostende, cuyo nombre pusieron a la villa atlántica. Deseaban que tuviese características similares  las de su ciudad natal, en el Mar del Norte, y así nace el proyecto encargado a  Chaperouge, diseñador de los planos de la ciudad de Mar del Plata. Estos planos se ven impresionantes: sus calles evocan nombres de ciudades y lugares de moda para el gran mundo europeo de principios de siglo, puntos turísticos o provenientes del boom de los descubrimientos arqueológicos de la época o usos y modalidades arquitectónicas o urbanas relacionadas con la Costa Azul o  La Riviera francesa. Llama la atención, en ese hermoso proyecto, la ausencia total de espacios verdes y el hecho de que se haya ignorado la topografía ondulada y cambiante del ambiente a urbanizar. Es mi deducción que el famoso urbanista jamás se aventuró  por el “fondo de campo” de estas salvajes pampas. Con el debido respeto.

            Se previó construir una avenida central que terminaba en un trazado semicircular denominado hemiciclo, en el que se imaginó la concentración de hoteles y grandes infraestructuras turísticas. También se hacía reserva de lotes destinados para edificios públicos, cementerio, hospital, un sinnúmero de plazas y parques, corralón municipal y estación ferroviaria.

            En 1912, comienza la construcción de la Rambla Sur, con escalinatas de ambos lados, para bajar a la playa. Se comienza a construir un hotelito, y, con una profusa y exitosa propaganda en medios de la capital, se venden muchos lotes. El 6 de abril de 1913 se coloca la piedra fundamental. 

            Se construye un gran muelle y varios galpones. El material necesario se traía desde Buenos Aires por mar. Los grandes barcos fondeaban lejos, por su gran calado, desde donde se descargaban por medio de barcazas tiradas por caballos. El señor Domingo Repetto, creador de la Iglesia, donó gran parte de la madera para hacer este muelle. Eran pilotes de pinotea con puntas de acero, que se clavaban en el fondo del mar con un martinete. En el Museo Histórico del Partido se conserva la caldera  que alimentaba el martinete.

            Don Domingo Repetto, hombre de fe, construyó en sus terrenos una capilla, con casa para los sacerdotes y vivienda familiar, a la vez que  los monjes Carmelitas edificaron su Casa de Retiros Espirituales (hoy en pie, propiedad de la familia Sibilla, aunque el paso del tiempo le ha hecho  perder la torre-campanario-mirador que la identifica en fotos antiguas).

            El 15 de diciembre de 1913 abrió sus puertas el Thermas Hotel, hoy Viejo Hotel Ostende, que luce aún en nuestros días su histórica estampa. Fue el centro de la actividad turística y social del flamante balneario.

            El sitio donde se fundara el pueblo estaba entre los campos “El Rosario” y “La Invernada”, de modo que el acceso desde General Madariaga se hacía por un precario camino que dividía ambos campos, generalmente intransitable, por lo que se optaba por llegar a Juancho en tren, entre montes de tala y coronillo, bañados y lagunas. Allí se subían los sufridos turistas a un “Decauville”, trencito de trocha angosta que corría sobre rieles apenas “apoyados” sobre la arena. Cuando los vientos trastornaban el trazado de la duna, se sacudía a estos rieles como si fuesen alfombras para no perderlos de vista. El turista, ajeno a tanto trajín, se sentía transportado con comodidad y con la necesaria y buscada cuota de aventura hasta el puesto “El Tokio”, donde vivían los japoneses que trabajaron con la Compañía Ostende S.R.L. desde su formación (hoy existe y conserva su nombre, propiedad del Sr. Lamarque, en Ruta 11 a la altura de Víctor Hugo). Desde allí, un coche de varias plazas tirado por 2 ó 4 caballos, lo dejaba en la puerta del hotel.

            Fueron temporadas veraniegas brillantes; el alegre triunfo de la naciente clase media, la ilusión del Biarritz autóctono,  pero...

            La bella trama urbana, ideal para un llano estable, fue implantada sobre onduladas dunas vivas, sin previa forestación. A medida que se levantaba la edificación, se fijaba el médano con tamariscos o con esparto, pero sólo donde se construía. Tan alegres como los veraneantes, fundadores y pioneros estaban allí nuestras dunas. Silenciosamente, iban retomando su propiedad milenaria.

            Entonces se hizo presente la gran tragedia de 1914. Los belgas que pensaban en radicarse no vinieron y los que estaban aquí se fueron. Los capitales prometidos cesaron de llegar; Abandonaron los compradores el pago de las cuotas: la patria estaba en guerra. La Compañía que había iniciado la epopeya, en lógica consecuencia, quebró. Una vez ausente el espíritu fundacional, la mayoría de los compradores desistieron de salvar las ruinas.

 

RENACIMIENTO EN LOS “AÑOS LOCOS”

            En 1924, El Sr. luis Bellatorre y los hermanos Eugenio, Juan y José Pallavidini terminan su relación contractual con  “The Myland Company” del Ferrocarril Sud, como concesionarios del comedor y los coches-cama. Decidieron entonces invertir en la compra del hotel Ostende. Tenían la fina vajilla y  ropa de cama adquirida para el ferrocarril. Sabían, además, cómo manejar un servicio de categoría. Luchadores de la estirpe que hacía falta en aquella empresa, refaccionaron, ampliaron, contrataron personal y comenzaron su lucha privada y diaria contra el médano. Las familias de Madariaga, esa clase media en ascenso a la que hago mención permanente en este trabajo, y cierto número de habitués que  año a año se llegaban, formaron una clientela aventurera, sociable, enamorada del espacio natural que se les ofrecía. Los propietarios ganaban clientes con su famosa cortesía y delicadeza. Fueron los años locos. Los Pallavidini se quedaron también con El Tokio, ya que Guerrero cobró sólo un alquiler simbólico para evitar la posesión treintañal, según cuenta su hija Valeria.          Fernando Alvarez, hijo de Antonio, el antiguo mayordomo de don Manuel Guerrero, instalado con su familia en una casilla de madera en los médanos cerca de El Tokio, compró una rural a la que le desinflaba las gomas para atravesar las dunas con los pasajeros del hotel que llegaban a la estación de Juancho. También manejaba una pala de buey para sacar la arena que se depositaba sobre las puertas del hotel. Cuenta Valeria Guerrero que el hotel parecía un barco encallado en medio del arenal. También lo compara con un arca de Noé: allí no faltaba nada en ninguna época del año. Nos deja una cálida historia invernal en la que, con su esposo Juan Pablo Ruso, se hospedaron en medio de una sudestada de julio y saborearon un delicioso lechón asado en la cuadra de la panadería, junto a todos los que permanecían en la vigilancia del médano voraz.

            Se admira la heredera de la tierra, la viajera incansable, de encontrar en tan apartado y difícil lugar un hotel con cuartos con baño privado, agua caliente,  luz eléctrica, buena vajilla y ropa de cama y una cocina de primera. Valeria pondera una organización hotelera que tenía su buena bodega, panadería, lavadero, sala de planchado, usina, herrería, carpintería, oficinas...y todo funcionando como un reloj.

            Allí pasó algunas noches el escritor y aviador Antoine de Saint Exupery, autor de “El Principito”, en la década del 30. También en ese período, los escritores argentinos  Adolfo Bioy Casares y su esposa Silvina Ocampo se inspiraron para escribir su novela “Los que aman, odian”, en el ambiente de aquel  Ostende de los años locos.

Bajo la arena están las vías del delicioso Decauville y las ruinas esquivas de la  Iglesia...el muelle fue vendido a una maderera de Mar del Plata por una acreedora a quien apodaban según algunos “la turca”, o “la rusa” y que según otros era de nacionalidad rumana... ¿Importa? No. Yo me quedo con la epopeya: con Fernando Robette y Agustín Poli, con su romántica empresa, con la fe que sólo una tragedia mundial pudo doblegar. Me quedo con los inefables hermanos Pallavidini, los amigos y compatriotas italianos de mi abuelo, que con su hospitalaria sonrisa me preparaban pequeños emparedados de salame mientras destapaban para mí una Bilz. Esta exquisita bebida, antecesora de las gaseosas actuales, tenía una pulpa asentada, por lo que había que agitarla antes de destaparla.  Inteligible dialecto se escapaba  como música de sus labios amables que saboreaban el vino tinto, mientras  me miraban con ojos buenos jugar recorriendo el hotel, asustada de sus grandiosas oscuridades, embelesada por su cocina siempre activa, intrigada ante sus puertas cerradas. Sí. Me quedo con el placer por la aventura, con la bondad, el misterio o aquel romanticismo que alcancé a percibir aún siendo tan pequeña, lo que indica que debieron haber sido sentimientos muy fuertes en aquellos hombres.

Hoy es propietario del Hotel Ostende el Sr.  Abraham Salpeter, quien, con su hija, Licenciada en Turismo, lo han reciclado con mucho respeto. Se ha agregado el moderno confort, pero sin tocar la delicada nostalgia por la bella época, su mayor encanto. Se conserva parte de aquella vajilla de “The Myland Company”; las cómodas de roble con tapa de mármol, baúles, cuadros, fotografías de bañistas o del personal uniformado; jardines interiores, escaleras con balaustres y... ¡la antigua panadería! Hoy ésta es el bar de la piscina, pero con su horno, su mostrador de noble estampa en el que se despachaban las legendarias medialunas, las herramientas y el gastado piso original. Pero el impacto mayor lo produce el elegante comedor, orgullo de su dueño, con el piso en damero, las sillas tonnet y aquél enorme aparador de doble alzada rematado por una feroz gárgola que solía  comerse a las niñas curiosas.

            La escritora Valeria Guerrero nombra al Sr. Cigarreta, quien llevaba gente desde Juancho hasta Ostende, en un viaje de verdadera aventura. Conocí a esta bella persona como propietario de la panadería de Pinamar.

El Hotel tenía también un servicio de excursiones que se realizaba en una carreta cerrada tirada por caballos, con asientos de madera a ambos lados, ruedas de goma y ventanillas para apreciar el paisaje. Era el carretero el Sr. Pedro Estanca, cuya descendencia vive y trabaja en estos pagos.

Hotel Atlantic Palace: En 1927 se forma la sociedad Balneario Marítimo Atlantic City. Era su presidente el Arquitecto Eduardo Sauze y el secretario el Arquitecto Augusto Huguier. Compra esta sociedad tierras a Robette, algunas fuera del hemiciclo y también las manzanas que ocupaba la rambla.

El arquitecto Augusto Huguier construyó  en 1928, el Hotel Atlantic City. Tenía en su parte superior un faro que guiaba a los navegantes. Aún lo vemos hoy desde la playa, escueta expresión de lo que fue un megaproyecto de la época y del que sólo se construyó la parte que hoy se ve. Fue su propietaria más adelante la Sra. Emilia Melnik de Bercum, de nacionalidad rumana, quien lo alquiló a l Sr. Parini en 1943. Este  recicló y explotó el hotel hasta que en  1945 fue  vendido  a la firma Mar de Ostende SRL, presidida por Aníbal  Cichero Pitré, dueño de una firma maderera, que además integraban señores de apellido Bardini, Salvucci, Ongay y Montanari. Tuvo como encargado durante años al Sr. Hourcade, hasta que, en 1971, lo adquirió la Asociación Argentina de Albergues para la Juventud, su actual propietario.

No puedo menos que relacionar esta venta realizada al dueño de una maderera con la otra, la gran venta, la controvertida y misteriosa venta del muelle de Ostende. Valeria Guerrero dice: “Lo vendieron y se llevaron la madera. No sé quien fue el culpable de semejante disparate. Unos dicen que la señora turca (por la Sra. Berkun), quería conseguir dinero. Otros dicen que Jorge (por el arq, Bunge) influyó en la venta para que Pinamar no fuera menos que Mar de Ostende. Nada me consta”. Yo deduzco, a riesgo de equivocarme, que el muelle entró en la venta del hotel y tierras que realizó  la original Sra. Bercun.  De ella comenta Valeria que “siempre estaba en conflicto con Jorge Bunge por cuestiones de límites y trabajo”

Hubo otras familias que acompañaron a los belgas en su aventura: El Coronel Soldaíni y su esposa Adela Ponce de León, mujer de gran belleza cuyo nombre llevó la casa que construyeron cerca del hotel Ostende. Famosa por la alegría de sus veladas, se dice que, al flaquear las finanzas de los fundadores belgas, fue ella quien ayudó a sostener las obras con algún  dinero.  Adela plantó dos árboles a la entrada de la casa. Agoró que, cuando sus puntas se juntasen arriba, ella moriría. Cuentan que, al estilo del realismo mágico de García Márquez, al crecer y besarse las copas, falleció la dueña de casa.

Esta Villa tenía pequeños departamentos que, en verano, alquilaban familias de Madariaga como los Eyras, los Arancedo, los Migliorini... También formó parte del vecindario la familia Bellatorre, que tenía una hermosa casa de madera a pasos del hotel. Proliferaban al pie del médano, en las inmediaciones de aquél centro social que fue el hotel, casillas de madera, muy pequeñas, construidas por el francés Bourell, o por Trillo de Madariaga, quien las traía rodando totalmente armadas, o por uno de los socios del hotel Ostende; el Sr. Bellatorre, el que solía agregarles detalles de madera y molduras procedentes de demoliciones. Sus propietarios las habitaban verano tras  verano. A veces tenían que juntar sus restos por la playa, luego de alguna furiosa sudestada. Eran las familias Smith, Faggionatto (padres de Elena, futura esposa del presidente Frondizi), Marra, Soto, Coccari, Schuab, Muso, Uranga, Fortassín, Bhom, Vieytes, Dellapina, Platino, Carrara, Claveríe, Bernatá , y seguramente algunas más.

La casa del fundador Robette, diseñada por Huguier, fue vendida al matrimonio Fassel, Profesores de Educación Física de la Capital, quienes traían a sus alumnos en los veranos. Hoy se conserva, maltratada por el tiempo, con ciertas modificaciones en su fachada, pero original en su estructura.

Contemporánea es, junto a ésta, la Casa de Retiros Espirituales de los Monjes Carmelitas, perfectamente conservada, aunque con otro techo y sin el campanario que la distinguía en las antiguas fotografías. Es propiedad de la familia Sibilla, quienes la adquirieron a la Curia con todo lo inventariado. Entró en esa compra, quizá inadvertidamente, la Virgen que ocupara el altar de Iglesia, de un metro veinte de altura. Se encuentra hoy allí, a la espera de tener un lugar consagrado digno de su valor histórico y sagrado. Ostende, que fuera la primera localidad en tener su Iglesia, es hoy la única del partido de Pinamar que no la tiene. Se construye en el oratorio Laura Vicuña una gran iglesia costeada por la Curia y por las limosnas de los católicos generosos.

En el barco en el que llegaron al país los belgas Robette y Poli, se conocieron con un francés, José María Bourell, comisionado por el gobierno de su país para la compra de caballos en Navarro, Pcia. De Bs.As. Entusiasmado por el proyecto de aquellos, decidió acompañarlos, y así fue como se estableció en Ostende. Se dedicó a la construcción de casillas y al negocio gastronómico; formó una familia y estuvo aquí hasta el fin de sus días.  He visto en los semanarios de General Madariaga anuncios de sus servicios gastronómicos y el ofrecimiento de alojamiento para trabajadores.

En 1928 construyó  una fonda de madera y chapas en la playa, sobre el médano en el que la furia de un temporal había destruido el acceso al muelle. Sitio curioso;  increíble lugar para hacer una construcción.

Se llamó “El viejito del acordeón” y fue lugar de reunión de turistas y lugareños, para escuchar la música de acordeón de manos del “Ronco” Pintos, saboreando el pescado o los mariscos que minutos antes habían pescado o visto pescar para ellos. Para quienes atravesaban kilómetros y pasaban la aventura de llegar hasta allí, el inefable lugar debió ser seguramente algo maravillosamente típico e inesperado. Un día, Bourell, vendió a Pinto y a su socio “El Rubio” el extraño bar marino. Años después, una sudestada se llevó la fonda, del mismo modo como se había tragado el acceso al muelle. Bourell, tierra adentro, instaló su tranquilo comercio, lejos de los arrebatos de ese mar tan bello como traicionero. Sus hijos fueron bautizados en la Iglesia de Ostende. Eran los primeros niños nacidos en el lugar. 

Otro pionero, Ettiene de Besse, compró en 1930 el Plage Hotel, con una historia de meteoros que afectaron repetidamente su estructura y fue cambiando de mano y de nombre: Nuri-Mar...Blue...Saboya.

Allá por los años de la fundación, hubo otro pionero, el empresario Sandro Foresti, quien tuvo una fábrica de baldosas que abasteció las construcciones que se hacían en ese momento.

 

LA RAMBLA

 

Pasaron los años y los pilares de esa rambla que nunca fue, y que sin embargo soñó con albergar la alegría de los bañistas en sus pequeñas casetas, fueron los fantasmas teatrales, encadenados a Ostende por un destino frustrado. Apareciendo y haciendo mutis tras su telón de dunas, sin descanso, sin poder desprenderse de su hechizo...hasta que un día llegaron los niños. Removían con sus manitas la arena, querían ver, querían develar el misterio, con ese placer de la infancia por las historias románticas y misteriosas.

En 1992, cuando se estaban por cumplir 80 años de la fundación, la Escuela N°3, bajo la dirección de la Sra. Olga Barrionuevo de Fieg,  inició las gestiones para destapar el viejo monumento. La Municipalidad entonces descubrió, parquizó, construyó accesos y declaró Monumento Histórico a la antigua Rambla. El viejo fantasma, rotas sus cadenas, libre de su fracaso, abandona hoy su condición de tal y puede mostrar con orgullo su historia aventurera, narrada por voces de niños en los festejos del aniversario. Ya no está sola, ya no esconde su inquietud bajo la arena. Es bella e importante. Es un sitio  histórico que prestigia nuestros paseos.

 

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cariló…¿por donde pasan los duendes?

 

Se han consultado: la revista periódica de Cariló “Bosque y Playa”, y los libros “Cariló, una pasión con historia” de Teresa Guerrero de Cibert , “Surge Pinamar” de Valeria Guerrero de Russo y “Parajes y esquinas de los Montes Grandes” de Alberto Mola.

 

 

CARLOS GUERRERO

 

            Los malos caminos de tierra con las lluvias se ponían intransitables. El monte, cerrado y maluco, desconocido. Su fauna salvaje,  hostil,  veía con malos ojos al humano intruso. Entonces la presencia del caballo,  grandote, noble, fortachón y del perro, compañía segura y fiel guardián, se hacían indispensables.

            Lentamente, en los Montes Grandes fueron domesticándose perros cimarrones para que se adentraran en los montes salvajes, su hábitat natural, colaborando con la tarea del peón. Así  éste iba haciendo el apotreramiento de esos flacos y fibrosos yeguarizos y  unos vacunos aspudos, desconfiados, peligrosos, mientras se trabajaba en su doma y domesticación. Tanto a campo abierto como en el tupido monte, los perros arriaban gran cantidad de animales en impresionante estampida. La peonada esperaba en su montura, “con buen pingo, buena cincha y buen lazo”, para la arriesgada tarea.

            Cuenta Carlos Guerrero que el primer antepasado llegó hace más o menos 167 años, procedente de Málaga y que se llamaba Carlos José. Venía de visita, pero nunca se fue. Quizá porque aquí estaba Felicitas Cueto, con quien se casó y tuvo 11 hijos. La historia que sigue, ya la hemos contado en el capítulo  I.

            Efectuada la testamentería a la muerte de este primer Guerrero, florece una nueva generación de estancias y de parajes. Cuando ya no hubo perros cimarrones, cuando el monte se batió en retirada con sus ciervos, pumas, chanchos salvajes y tigres, la tarea civilizadora del hombre comenzaba.

            El recóndito Tuyú fue cediendo su misterio para albergar las estancias, las plantaciones, los proyectos novedosos, traídos por propietarios muy viajados, que habían conocido las delicias de las explotaciones avanzadas y de emprendimientos modernos.

            Carlos Francisco Guerrero, heredó “Charles” y “Dos Montes”, un descampado inmenso con algunos ombúes. Allí fundó la Cabaña “Charles” que logró premios nacionales de la Sociedad Rural y ganó gran prestigio en el exterior por sus finos caballos. Hombre de campo y de mar, tuvo una visión global que le permitió producir y embarcar sus productos para exportación por mar. Introdujo en el país el primer toro Aberdeen Angus, llamado Virtuoso, en 1879. Para parquizar el bello casco de la estancia contrató al famoso paisajista Carlos Thays.

Decidió luego dedicar parte de sus más de 7000 has. a la explotación de la manzana. Hizo este monte  en Charles, junto a la estación de Juancho. En “Dos Montes”- cuyo frente marítimo hoy es Cariló-, junto al cangrejal, hizo el monte de maderas blandas- álamo, sauce y sauce mimbre- para reparo y con la finalidad, además, de fabricar cajones para embalajes de manzanas.

Siguiendo la costumbre familiar, Don Carlos trabajó con sus hijos, a quienes participó de sus visiones futuras. Con Héctor dedicaron toda la energía a la cría de animales finos, como ya dijimos. Desarrollaron una raza de caballos “tipo Guerrero”, famosos por su versatilidad para tiro y monta.

 

HECTOR GUERRERO SUEÑA UN MEDANO VERDE

Héctor Guerrero -  (1886-1953) – era un joven alegre y ocurrente que solía hacer a caballo el trayecto desde  la estancia de Juancho hasta el campo llamado Dos Montes. Este campo incluía la playa, o sea lo que hoy llamamos Cariló. Cuando le llegó el turno de hacer planes, con fuerza admirable, se dedicó a forestar esos hermosos pero poco amigables médanos. 

            Durante muchos años, el manzanar de “Charles” fue conocido por dar trabajo a casi 200 personas. Fabricantes de sidra, mayoristas y hasta la gente del pueblo, se acercaban para proveerse de las afamadas manzanas. Ya en 1947, bajo la dirección de Jhonny Guerrero, nieto de don Carlos, que había estudiado agronomía en el exterior,  el manzanar llegó a dar un millón de kilos. Con el correr de los años, y ante la gran competencia del valle del Río Negro, fue talado por haber llegado a ser antieconómica su explotación.

Olvidado y en desuso, el monte de maderas blandas, a sus anchas en un medio que le era propicio, avanzó por las suyas por el cangrejal y aún hoy puede verse, próximo a la ruta 11.

Fue ver a ese monte avanzando sin permiso, altanero y belicoso por sobre el cangrejal, lo que decidió a Héctor Guerrero arremeter contra el médano: el único que había osado detener al monte invasor.

Héctor Guerrero, lírico a la hora de las ideas,  obstinado a la hora de la razón y pragmático cuando se requería acción, puso manos a la obra con sólo 28 años de edad.  La fijación y forestación comenzó en la Estancia “Dos Montes”, la que tenía un potrero de 1700ha.: 5 km frente al mar y 3.5km de fondo al que llamaban “Médanos”.

El  múltiple desafío  obsesionaba al joven Guerrero, quien era escuchado con escepticismo y, a veces, abandonado en mitad de la lucha por ocasionales socios.

En 1918 instaló en el paraje a un ruso blanco, Igor Bucharsky, quien con su familia se encargó de fijar los médanos plantando árboles y pastos especiales que Héctor traía de todas partes del mundo. La lucha tuvo un primer objetivo: llegar a la línea costera de dunas con un corredor de árboles. Tardaron 18 años en concretarlo.

Guerrero comenzó a viajar a todos los desiertos del mundo para descubrir e importar las semillas de los pastos aptos para detener el movimiento de las arenas, y usando el método del ensayo y el error, consiguió, en su vivero de “Charles”, especies forestales adaptables al potrero “Médanos”, procedentes de todas partes del país. Los plantines se transportaban diariamente en diez carretones, cada uno tirado por ocho caballos. Iban y volvían a través de pantanos, lagunas, cañadones y senderos que el andar iba pelando de pasto. Ora polvorientos y resecos, ora barrosas huellas, siempre difíciles y con renovados obstáculos. Eran 17 kilómetros a diario. Sin desmayar, porque el frágil plantín colocado hoy, mañana estaría amenazado de muerte.

 En 1935, luego de batallar contra hormigas, viento, plagas, tucu-tucos, liebres y, por sobre todo, el médano inquieto durante 18 años,  plantaron las primeras especies en el borde del médano, desde donde se veía el mar. Habían pasado frío, calor, hambre y cansancio en medio del desierto viajero. Pero ahora el médano se veía verde. CARILO significa, en lengua indígena, MEDANO VERDE. Las aves, poco a poco, comenzaron a llegar para habitar ese inesperado ecosistema marítimo.

En 1938 el vivero se trasladó a “Dos Montes” para acercarlo. Existe un testimonio dejado por el fundador, que dice que en 1947  tenía 700.000 plantas listas para sembrar.

La soberbia plantación de hoy, con especies raras, entremezcladas con su aspecto casi casual, como si la naturaleza las hubiese puesto allí, es el resultado de toda una epopeya que siguió a ese primer corredor. En la actualidad se calcula una existencia forestal de tres millones y medio de especies. Esas que tantas veces como murieron fueron repuestas hasta transformar el médano en un suelo firme y fértil. Al carro tirado por caballos lo sucedió el jeep, el tractor, la maquinaria moderna... Y el bosque, inmenso, comenzó a vivir por sí mismo, autoadaptado y reproduciéndose.

Fue continuador de esta obra el hijo de don Héctor Manuel, Héctor Eduardo (Jhonny). Ambos compartían su amor por la naturaleza. Respetando estos ideales, se decidió parcelar el bosque sin  dañar las condiciones paisajísticas que se habían conformado.

Las manzanas y parcelas se adaptan a este respeto por lo que crece, de los que resulta una particular conformación del espacio, en el que el verde manda. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto Sanchez Elía, desde 1941.

En 1947, don Héctor tenía terminada la construcción de la casa principal en Cariló, originalmente proyectada en Charles. Construyó la casa familiar con un gran bar, infaltable. Enormes ventanales más grandes que las vidrieras de Harrods, como él decía y una gran cocina para preparar sus propias comidas, pues era un gourmet. Dice la nieta, Teresa Guerrero:

 “La casa que la familia llama Casa Grande (porque dentro de las construcciones que había era la más grande) fue construida por el arquitecto Federico Achával y terminada en 1947, pero cuando comenzó su construcción, mi abuelo ya la tenía totalmente pensada. …Los muebles fueron diseñados y construidos especialmente y eran muy modernos para su tiempo… los caminos eran de tierra y arena… los materiales, entre ellos grandes bloques de piedra para la chimenea, llegaban por tren y desde allí se transportaban con bastante dificultad hasta la constucción”  

Cuentan sus descendientes que, una vez trazado el plano de Cariló, el arquitecto Sánchez Elía lo superpuso con el de Punta del Este y pudo comprobar que cubría toda la extensión de tierra que va desde San Rafael hasta Cantegril. Eran más de 1700 hectáreas sembradas y cultivadas.

En una comunicación realizada en la década del 40 al gobernador de la Provincia, anunciaba don Héctor Guerrero su propósito de convertir a Cariló en un balneario y explicaba con sencillez el motor de su emprendimiento: “Es la esperanza de mis últimos años brindar ese esfuerzo al país, como ejemplo de la capacidad de la iniciativa privada, dando a mis hijos y descendientes la posibilidad de su continuación y, de serles posible, su mejoramiento, formando en tales lugares un núcleo de población que perpetuará el nombre de mis mayores permitiendo el acceso a todas las posibilidades económicas.”

El fundador murió sólo cinco años después de inaugurada la casa solariega, rodeado de su obra y con la satisfacción de verla continuada por sus descendientes.

La Iglesia “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro” manda orgullosa desde el Médano de los Diez Hijos en un terreno donado por Cariló S.A. Fue diseñada por el arquitecto Alberto J. Vivot y su  construcción fue donada por la familia Henin en memoria de su madre. Estando en su interior, el paisaje entra poderoso por las enormes ventanas y se instala junto a cada uno de los fieles, enmarca el bello Cristo obra de Alberto Gervasio e impregna la ceremonia de la mística admiración por todo lo creado. Está pensada para el paisaje del que forma parte, al que complementa y engalana.

 

LA DESCENDENCIA

 

            Jhonny Guerrero, ingeniero agrónomo, tomó a su cargo la administración de Cariló, hasta que, en 1960, los cuatro hermanos Guerrero fundaron Ruralco. Instalado Jhonny con su familia, iniciaron los loteos. Las primeras casas construídas pertenecieron a las familias Locai, Ballestrini y Badaracco.

            Beatríz Guerrero de Vivot, la menor de los hijos de don Héctor, la más temeraria y rebelde, -sus hermanos eran Johnny, Eleonora y Charles- en sus visitas a Cariló pasaba horas arrodillada plantando retoños de árboles del bosque. Cuando su familia loteó Cariló, éste era sólo un bosque, una casa y una calle: la Avenida Constancia, por donde se llegaba a la casa. Usaban un jeep  Willys amarillo y otro similar color verde, del encargado.

            Fue en esa época cuando la Sra. Beatríz se dedicó a ponerles nombres de pájaros a las calles paralelas al mar, y su hijo mayor, Juan Francisco,  Elegía nombres de árboles para las transversales.

El dédalo formado por el caprichoso crecimiento del bosque, que da lugar a la interrupción de las calles, curvas y vueltas, en atípico trazado, determinaba que un visitante poco experimentado se perdiese sin remedio. Mucho se comenta que los duendes, cebados en esta realidad, también colaboraban, fieles a  su hábito de confundir y enredar las cosas. Para evitarlo, los pájaros y árboles seleccionados para nomenclar las calles, fueron puestos por estos ingeniosos Guerrero en orden alfabético: de la avutarda al zorzal; del almendro a la secoya, guían al turista en divertido juego.   

            Así el paso del tiempo trajeron la proveeduría, el Tennis Ranch, el primer Centro Comercial en enero de 1984.

            Teresa recuerda que ella y sus hermanos, de niños, sirvieron de ayudantes al agrimensor, sosteniendo una caña larga que debían levantar al oír su nombre. Recuerda que cuando se abrió la ruta 11 la familia ayudó con máquinas y personal, para acelerar el momento de no tener que llegar por Juancho.

            Hoy es  importante el nivel alcanzado por la hotelería, en su nueva modalidad de tiempo compartido, lo que indica el rápido posicionamiento del inversor local frente a las exigencias del mercado turístico internacional. Cariló cuenta desde 1999 con su primer hotel de cinco estrellas, llamado Marcim.

            También son modernos y bien equipados los nuevos centros comerciales, que satisfacen las exigencias del turista en compras, esparcimiento, cultura, gastronomía y sus tres gratos balnearios.

            Desde Cariló se tiene acceso a paseos por las estancias con cabalgatas, almuerzo e incluso alojamiento.

                        Tres generaciones trabajaron en el proyecto Cariló. Teresa nos dice: “Cariló no tiene dueño, se pertenece a sí mismo. Espero que las generaciones que vienen lo respeten y lo valores por sobre cualquier interés económico que tengan en él”

Y nos deja la frase con la que Héctor Manuel Guerrero terminara su testamento, en la que se trasluce  el espíritu de Cariló como empresa familiar:

“Les pido que se mantengan juntos y que, por sobre las asperezas de la vida, conserven siempre la unión de la familia que es mi última y más querida esperanza. Los bendigo de todo corazón”

            A más de 80 años del primer árbol, no sé si es la imagen soñada por su fundador. Pero sí sé que son muchas las personas que sienten que han hallado en Cariló el lugar casi perfecto para vivir una fuerte experiencia estética... sólo reservada para quienes reverencian a la naturaleza.

 

           

 

 

PINAMAR, EL HIJO ILEGÍTIMO DE VALERIA Y  JORGE

 

            Consultas realizadas: “Surge Pinamar” de Valeria Guerrero; “Pinamar y su historia” de Rosa Morán de Fariní;  ”Pinamart, sueño de Jorge Bunge” de Juan Cruz Jaime; Memorias inéditas de Gorki Coccari; charlas familiares y experiencias personales.

            DEL PARTIDO DE PINAMAR

 SE LLAMÓ “LA GLORIA”

            En 1930, la señorita Valeria Guerrero Cárdenas, heredera de Manuel Guerrero, regresa de uno de sus viajes a Europa y es invitada por un grupo de conservadores a Gral. Madariaga, para un homenaje a su hermano Manolo, recientemente fallecido. Allí, cuenta ella,  gente importante del pueblo le sugiere hacer algo que posibilitara a los habitantes del lugar acceder a la costa. En ese momento,  su primo Lleme (Guillermo Martínez Guerrero), era el único que aprovechaba la belleza natural tan cercana e inaccesible.

Muy querido por la gente del pueblo, fundador del comité que lleva su nombre, era hijo de la tía de Valeria, Catalina Guerrero viuda de Martínez Ituño, dueños por entonces de la estancia La Providencia. Este pintoresco personaje había “sacado los pies del plato” en lo que respecta a muchas de las costumbres familiares, ya que era un radical en una familia conservadora a quien sus ideas y su independencia le valieron persecución y cárcel en Usuahia luego de la revolución del 30 y hasta 1942, pero también una diputación por la quinta sección antes y después de “la década infame”. 

Este trabajo trata de seguir el proceso desde el menospreciado “fondo de campo” hasta la valoración de las fracciones medanosas del día de hoy. Es por ello que la historia de “Lleme” nos interesa. Precursor del uso de estas playas como esparcimiento y vacación,  cada verano solicitaba permiso de su tía Raquel Cárdenas de Guerrero y de su prima Valeria y se lo veía pasar por el precario camino entre “El Rosario” y “La Invernada” con una curiosa caravana de carretas, cuidadosamente preparada, tirada por varios caballos. Llevaba todo lo necesario para armar casillas; muebles, utensilios de comedor y cocina, toda clase de comestibles, ropa de cama, etc. Era como la mudanza de una tribu nómade. Instalaban el primer balneario del que se tiene noticias en el Partido de Pinamar, llamado “La Gloria”. Constaba de seis casillas ubicadas más o menos en lo que es hoy el límite entre Pinamar y Ostende. Llevaba  Guillermo Martínez Guerrero a toda su familia y caseros. Los amigos se iban turnando.

¿Cómo era “La Gloria”? El comedor se llamaba “El Paraíso”; la casilla dormitorio- “La Luna”- estaba dividida en “Luna Llena “ y “Luna Nueva”, seguramente porque allí se distribuían  los mayores y los menores. Había otra casilla dormitorio con tres divisiones, llamada “Las Tres Marías” que debió haber servido para los invitados; “El Infierno” era la cocina; una quinta casilla era el baño, muy bien instalado y la última, dividida en dos, era para los caseros y el motor generador. Ponían una bomba en la arena y tenían toda el agua que querían. También había un lugar de reunión.  El original Lleme se bañaba desnudo. Era una costumbre muy en boga en la clase alta que frecuentaba Ostende en esa {epoca, donde hubo un campo nudista.

 Escribe Valeria: “Un día fue Lleme a visitar a su primo Héctor a Cariló y escribió en su libro de visitas: Más lindo que esto, únicamente La Gloria (que era su tienda marítima)”.

Cuenta Valeria que en 1934, en un paseo con su esposo el Dr. Ruso por los Canales Fueguinos, encontró a su primo Lleme en Usuahia como prisionero político junto a otros notables radicales como Pueyrredón y Cantilo. Los habían llevado en 1931, luego de la Revolución de Uriburu. Ellos bajaron del barco para charlar con los prisioneros, quienes les contaron que Lleme se iba todas las mañanas a la montaña, y allí, en plena nieve, se sacaba toda la ropa para hacer gimnasia. El caudillo se mantenía en forma, aprovechando sus largas vacaciones forzadas.

   

 

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la idea de hacer un balneario:

disputada autoría

 

 

te cuento la historia COMO LA NARRA VALERIA  AIZCORBE medio loco”

En 1938 se presentó en el escritorio de Valeria Guerrero Cárdenas un señor peruano, de apellido Sánchez Aizcorbe, entendido en la fijación de médanos y le propuso que le deje ensayar su sistema en su franja medanosa. La señorita Guerrero se interesó, recordando el pedido de los amigos de Madariaga y el placer del que se disfrutaba en el campamento de su primo Lleme. Pensó en su amigo, el arquitecto y urbanista Jorge Bunge, quien acababa de dar fin a un proyecto de pepitas de oro en Mendoza porque estaba perdiendo dinero.  Dice Valeria: “Tenía ese carácter tesonero de los alemanes, era muy inteligente. Yo consideraba que haría ir adelante el proyecto de mi balneario”. El arquitecto Bunge aceptó y puso manos a la obra inmediatamente.

 Valeria, que consideraba que la obra de su padre había quedado interrumpida  al fracasar el proyecto Ostende, sintió alegría al poder continuarla.

            El encargado del vivero dunícola de Miramar, el Ingeniero Moretti, vino a ver los médanos y los recorrieron con Jorge Bunge y Valeria Guerrero en el auto de Fernando Alvarez. Luego visitaron Ostende, donde almorzaron, para observar esa experiencia urbanizadora y por último Villa Gesell, donde sólo había una casa de madera y  grupos de árboles de pequeña talla, pero se asombraron mucho del gran tamaño de los productos de huerta que les mostró el fundador Don Carlos Gesell.

            Por la  tarde estuvieron en el faro Punta Médanos, sacaron fotografías y observaron las especies que se desarrollaban. Este fue un reconocimiento previo que fructificó al permitir evitar errores  cometidos en urbanizaciones anteriores.

            Ya para la Navidad de 1938, Bunge se había puesto en campaña para las obras del balneario: Nombró capataz a Penacca, su jardinero de la quinta de Muñiz, encargó plantas y quinchados, y llevó una camioneta con  aletas de lona  que instaló como carpa para que viviera allí la gente de trabajo. En ese sitio -  que es el lugar donde hoy está el vivero -  se empezó la plantación. Allí nació Pinamar.

             El Arquitecto Bunge, como no había camino, improvisó uno al lado de la vía. Y como había que pasar por el campo de la Sra. Guerrero, puso ésta una tranquera y  construyó un puesto para el cuidador, que es  donde hoy está la báscula de El Talar.

            Moretti, encargado del vivero, estuvo varias veces,  y dejó su metodología, que consistía en colocar quinchados de ramas de árbol sobre la arena, hasta que Bunge se peleó con él. Se dice que cambiaba mucho de empleados y peones, por su  carácter fuerte y autoritario, pero así y todo, la obra seguía avanzando. El empuje y constancia de Bunge, unidos a la abierta colaboración de Valeria, daban sus frutos. Pocos  más creían en ellos. Los tildaban de locos. Dice Valeria que Jorge llamaba a  Pinamar (la que aún no tenía nombre) “Nuestra hija ilegítima”.

            Gran cantidad de ramas de eucaliptos de la estancia “La Raquel” y de la quinta de Muñiz, llegaban por ferrocarril. En el vivero se comenzaron a poner las primeras plantitas, miles de ellas, que llegaron del vivero de Miramar.

            En el verano del 39 se firmó un convenio en el que se especificaba que el arquitecto tendría siempre la mayoría de las acciones y la Srta. Guerrero recuperaría su “fondo de campo” si fracasase la obra para no tener vecinos indeseables. Sobre la tierra firme no se especificó nada aún, porque éstas estaban arrendadas a Alcuaz, con quien se debería acordar dónde se podría disponer de 40 ó 50 has.

            Los años lluviosos del 39, 40 y 41 favorecieron las plantaciones y el ramal de ferrocarril que su padre había hecho llegar hasta la arena favoreció el traslado de gente, ramas, alimentos, materiales de construcción. Debo hacer notar que el ferrocarril hacía correr los vagones cada vez que la Srta. Guerrero lo solicitaba.

            El arquitecto Bunge hizo construir un muelle precario,  que se fue llevando el mar casi en su totalidad.  Más adelante se construiría otro, también de madera, pero las sudestadas le fueron quitando partes de su estructura hasta llegar a ser un andamiaje endeble y peligroso. Este fue un proceso que insumió diez años.

            En 1940 Bunge buscaba inversores para su costoso emprendimiento, pero, dado el incipiente estado de la plantación, éste aún no inspiraba confianza. Los Arbelaiz, nuevos arrendatarios de las Guerrero – madre e hija -  tenían un aguerrido capataz, don Juan Durante, quien veía a los obreros de las dunas talar árboles, sacar tierra negra o meter caballos a pastorear sin permiso. Todo ello llegaba a oídos de Arbeláiz, quien bajó el precio del alquiler, perjudicando los intereses de estas damas.  Todo se debía a que  Valeria Guerrero aún no le había cedido a Bunge una fracción de tierra firme para estas necesidades.   Ese verano volvió a insistir éste sobre el tema y Valeria, contemplando sus intereses y los del inquilino, no pudo definir qué tierras ceder. Fue entonces cuando el arquitecto decidió apresurar la  firma del convenio y Pinamar se quedó sin tierra firme.

            De todos modos los inversores visitaron las plantaciones, que habían progresado y encontraron construido un galpón.  Además los médanos se estaban tranquilizando y volviéndose más sedentarios.

            Bunge trabajaba como un  grande: cuando no podía pasar por el barro con su auto, lo llevaba Platino, el capataz del ferrocarril en su sulky.  Para recorrer los médanos usaba su caballo, o el carro, o una zorra por las vías. Causaba admiración en todos por su férrea voluntad, sus decisiones y soluciones rápidas e inapelables, su tremenda capacidad de trabajo. Se peleaba y discutía frecuentemente. Probablemente  fue porque exigía de los demás el mismo esfuerzo que, por su naturaleza y educación prusiana encontraba tan fácil de realizar. También es probable que el elevado costo de la obra le acotara los tiempos y le aumentara las presiones.

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AHORA TE RESUMO LA MISMA HISTORIA DEL LIBRO

 “PINAMAR, EL SUEÑO DE BUNGE” DE J.C. JAIME

En sus Memorias inéditas Jorge Bunge recuerda que…” en el año 1937 mientras veraneábamos en el Uruguay, en rueda de amigos comentábamos lamentándonos que en la Argentina no hubiéramos podido realizar una obra de fijación del aliento de las que habían ejecutado los uruguayos, y que era una lástima que los que no gustaban de Mar del Plata – que ya entonces eran legión – tuviésemos que hacer un viaje incómodo y complicado para nuestros veraneos […] la señorita Valeria Guerrero que formaba parte del grupo dijo que ella tenía una sección de playa en esas condiciones y que resultaba sumamente difícil hacer nada en ellas.” Luego de varias conversaciones entre ambos Valeria le propuso la idea de llevar a cabo la forestación a Jorge Bunge. Comenzaba el sueño de Pinamar.

Luego de un complicado viaje a las costas de los campos de Guerrero, Bunge escribió: “Estas dunas eran un paisaje grandioso, imponían por su altura y la majestuosidad de su aridez total.”

Son notorias las diferencias de criterio en ambos pioneros. Sólo las ilustraré con este ejemplo:

Cuando se trató de firmar el convenio por el que Valeria cedía sus tierras a Bunge, el día 26 de julio de 1939, en el domicilio de la propietaria, intervino por  la primera el Dr. Eduardo Bidau, de quien dice Valeria:”…lo mismo que todo el mundo, pensaba que era un disparate el asunto de los médanos; a lo que le daba valor era que yo recuperara esos médanos cuando la obra fracasara, para no quedarme con intrusos o malos vecinos en el campo”

Del mismo Dr. Bidau dice Jorge Bunge en sus Memorias: “…entusiasta de nuestros proyectos, fue desde el primer momento eficacísimo colaborador, no vacilando en sacrificar horas de trabajo” Y fue, Eduardo Bidau, al decir de Jaime, uno de los primeros en adquirir terrenos cuando Bunge comenzó el loteo.

En 1941 Jorge Bunge consideró que había llegado el momento de formar una sociedad que diera estructura formal a lo firmado en 1939. Se ofreció a Valeria Guerrero la presidencia y sugerir nombres de la familia para calles y plazas. Fueron presentados numerosos escollos y sugerencias por Valeria y su futuro esposo, el Dr. Juan Pablo Russo, todas ellas rechazadas por Bunge. En 1943 la Srta Guerrero negó a Vialidad Nacional la donación de tierras prometidas para el camino y el desvío del ferrocarril desde sus tierras hacia Pinamar.

“Decidimos penetrar hacia el mar paulatinamente, primero se inició la construcción de un rancho en Punta de Rieles para que puedan residir en él los primeros pobladores. Como había mucha totora resultó fácil de hacer, pero llegó entonces a las carpas un matón llamado Estracera llevando a la cintura un puñal de 40 cm de largo que atemorizó a peones y capataz….yo llegaba, echaba al terrible personaje, pero apenas emprendía mi vuelta éste volvía a atemorizar a los pusilánimes pobladores.

Algún tiempo tardé en darme cuenta de que la costa estaba poblada por exhombres y resaca de toda la Provincia y el problema de formar un centro de población era sumamente difícil de resolver. No había familias constituidas y sólo merodeaban por allí gente con cuentas en la policía o cuchilleros como Estracera. El esfuerzo por establecer una vía normal fue muy largo y se resintió Pinamar hasta hace muy pocos años de esa carencia de buen personal.

…Realizamos la mayor parte de las fijaciones en un Ford 28 arreglado para camioneta – que pagamos trescientos pesos -  y un acoplado que no costó mucho más, que sirvió parta hacerlo tirar por caballos de un tipo de los que hasta ahora siguen usándose en Pinama y que nos permitía llegar hasta donde no había caminos en la arena. Con él se juntaba el esparto necesario para la fijación así abandonamos los absurdos y costosos ensayos de quinchados. En el vivero se hizo una casa de hierro galvanizado. La presencia de una familia cambió el clima de la plantación y el encargado Penacca, de mis barrios, mejoró el rendimiento del personal. A pesar de que el convenio en borrador nos permitía disponer de una cantidad de tierra (naturalmente contra pago) no nos fue posible formalizar la operación y toda la tierra que teníamos para calles y vivero debíamos tobarla del ferrocarril Sud, quien se dejaba hacer gustoso porque muchos de sus jefes nos alentaban en nuestra obra, especialmente el Sr. Andersen.”

El camino que uniera Pinamar con Madariaga era fundamental. Advertidos por la Srta Guerrero de la existencia de una ley que ordenaba la construcción de un camino Madariaga-la costa, el estallido de la guerra lo fue retrasando. Los contratistas pusieron sólo una débil capa de tierra.

Los vecinos habían conseguido la orden del levantamiento del ferrocarril, tildándolo de inútil, aún siendo vital para el proyecto Pinamar. Recurrió Bunge entonces a Guillermo Leguizamón, un entusiasta comprador de lotes, que fue quien salvó el ramal.

Dice Guillermo Porretti (hijo): “En 1948 Cóccari, Mills (yerno de Willoket, del chalet “las Toninas, con techo de paja) y mi padre compraron el motor del submarino “Salta”, que fue reacondicionado por Schwab en Madariaga y tuvieron luz, primero de 11 a 14 y de 19 a 21, extendiéndose luego el horario nocturno hasta las 24.Por entonces el pavimento en pinamar era una capa de brea en la calle del Tuyú. En el mismo año Usieto puso un despensa en el galpón al lado del hotel de Pinamar S.A. El primer carpintero fue Sixto Manuel Rebollar  y Cúndari fue el primer electricista.

Contaba Cúndari en 1974 al semanario Pinomar: “El suministro energético provenía de un motor de auto Lincoln ubicado en el hotel, que funcionaba a kerosén. Más adelante, al instalarse un motor Crossler, la usina se montó en el garaje y se comenzó a dar luz a las casa de Bunge, Coccari y Porretti. A mediados del 45 comenzaron el muelle. Vino una empresa uruguaya, instalaron una caldera y un martinete. El invierno era una desolación en Pinamar. Fue una época áspera y abnegada.”

El 12 de marzo de 1943 se hace la transferencia de 2864 Ha. de Valeria Guerrero a Pinamar y se devuelve a ésta el dinero que había invertido en el arreglo del camino Madariaga-Pinamar y la S.A. pagó el impuesto inmobiliario correspondiente a todo el año 1943. A Bunge, la sociedad le pagó sus inversiones, parte en efectivo y parte en acciones.

El hotel Pinamar se inauguró el 6 de noviembre de 1942. Lili Duggan de Cané, por cuyo campo se atravesaba cuando la traza del camino no había sido hecha, habla de ese día: “Yo era muy joven. Habia muchísima gente y el hotel era nuevo, recién estrenado. Impresionaba mucho, estaba muy bien atendido y lleno de confort. Me quedó grabada la comida que nos dieron como entrada: fiambre con helado de tomate. Nunca lo volví a comer.

El hotel tenía frescos pintados por Alfredo Guido, tío de Beatriz Guido.

Recientemente fallecido, su sobrina Cristina Coccari de Linares,cuenta que: “Gorki Coccari construyó el primer hotel y la torre de agua, un galpón en Punta Rieles y una fábrica de mosaicos. Pronto surgieron las disidencias, que solían terminar a los gritos, y la rivalidad entre ambos se hizo manifiesta. Cierta vez decidió edificar sobre la casa de su padre y le pidió al arquitecto Saúl del Pino que cueste cinco pesos más que la de Bunge. Además, ideó la forma que, jugando con el terreno, desde una calle pareciera de dos pisos y de la otra de tres, lo que estaba prohibido según el contrato que firmaba Bunge con sus compradores. Así fue como éste ordenó enviar una cuadrilla para derribar la construcción, a lo que Coccari respondió que le dieran tiempo hasta el sábado, pues él derribaría la de Ramón Mur, (*) construida de la misma forma.  Finalmente, ambas casas quedaron en pie.”

Hasta mediados de la década del 40 colaboró Coccari con Bunge en las construcciones de Pinamar. Luego la relación se hizo imposible y Gorki iba a Pinamar a pasar sus veraneos. Era famosa su llegada en avión, aterrizando sobre la playa, para desesperación de los turistas que allí se encontraban. Su casa era una de las más importantes de Pinamar. Cuenta Ismael Estigarribia que…”hace unos años de esa casa pudo sacar siete departamentos.” Sin duda, Gorki Coccari debe ser recordado como un pionero de Pinamar.

De las Memorias de Bunge: “Fue necesario crear todas las industrias para facilitar la construcción, así que tuve que improvisarme en fabricante de bloques de cemento, que se siguen usando hasta hoy, carpintero con una carpintería mecánica, herrería, mosaiquista, taller mecánico, fábricas de tejas, construir casa de peones, capataces, empleados, médico, proveeduría, tender la línea telefónica, carnicería, matadero, y en fin, romperme la cabeza para aprender lo suficiente para conseguir que funcionen en buenas condiciones. Una vez estos negocios se han vuelto lucrativos, los hemos pasado a los obreros que trabajaban en ellos o a los profesionales, ya que no era nuestra misión entrar en todos esos negocios.”

Delia Deheza de Paso recuerda que ellos trasladaban la conchilla desde la orilla del mar para la construcción de la Casa Directores de Pinamar con carros tirados por caballos. “Recuerdo  que la compañía la dirigía un arquitecto o ingeniero de apellido Casiraghi. La gente de esta compañía participaba de los bailes de carnaval que se hacían en el Mesón. “Ellos alquilaban caballos frente al hotel. La Sra. Cecilia Bunge y el Sr. Jorge Shaw montaban a “La Reina” y “El Boyero”. También tenían un carro llamado “El zorzal argentino tirado por tres caballos en el que trasladaban pasajeros de la estación de tren hacia Pinamar y Villa Gesell por los médanos.

Delia recuerda que comenzó a trabajar en el hotel de mucama. El gerente era el Sr. Gunter. María Walpa y Manuela Bravo eran mucamas, Vicente Maggio peón de patios, los Crinigan Conserje y botones, y en el lavadero las Sras. Elvira y Rosa Cherrutti.

El 18 de noviembre la Unión Telefónica le concedió una línea a Pinamar, la número 18. Esta se cortaba por los pesados chajás que se posaban sobre ellas. Los encargados de avisar a qué altura estaban cortadas, eran Herman Parini y Mario Córdoba, que frecuentaban la ruta como transportista uno y como comisionista el otro.

En 1946 ingresó como contador de Pinamar S.A. Jack O´Connor. Su esposa, Paula Castro comienza dando clases gratuitas a los hijos de los pioneros, en lo que sería en el futuro llegaría a ser Escuela N° 11 y ella su directora hasta 1948. Las clases se dictaban en la antigua administración, en la calle Jason.

El libro acepta la versión de Valeria Guerrero: fue su esposo Juan Pablo Russo quien evitó el levantamiento de las vías del tren en 1948 y logró su posterior tendido dentro de Pinamar .(**)

Hugo Taurizano recuerda que…”el trencito era una máquina diesel que se manejaba de ambos lados, con sólo ochenta asientos. Bunge estuvo inteligente en no llevarlo hasta el mar porque hubiera dividido el pueblo, como pasa en otras ciudades.”

Pinamar donó el dinero para reparar vías, construyó terraplenes y niveló terrenos, cedió 4 Ha. para playa de maniobras, las alambró, construyó el galpón y la estación, facilitó una vivienda al jefe Sr. Barabino y le dio permiso para utilizar la única y preciada línea telefónica.

(*) Perteneciente al Directorio de Pinamar S.-A.

 

            ENCUENTRO BUNGE - COCCARI

            En el verano de 1941, el fundador, huésped del Hotel Ostende, trabó amistad con Nicolás Cóccari - mi abuelo - sastre de Madariaga que siempre se tomaba un descanso en los meses de enero o febrero. Amante de la pesca con caña, había tenido una casilla de madera construida al pie del médano por Bourell, pero desde que una sudestada se la llevó, se hospedaba en el hotel de sus amigos y compatriotas, los Pallavidini. Compartían algunas comidas y siempre era motivo de conversación la difícil etapa en la creación del nuevo balneario, la búsqueda de inversores, los inconvenientes para dirigir y vigilar las obras. Bunge estaba muy solo. Coccari le habló de su hijo Gorki, quien tenía una empresa de ferretería y materiales de construcción llamada “Hierromadera” en Madariaga, donde ya había edificado cerca de 50 casas . Al día siguiente recibió Gorki la visita del arquitecto Bunge. Larga charla que sólo los dos hombres conocieron llevó a una relación comercial  entre ambos que duraría varios años y que terminaría de un modo tormentoso como correspondía a personas tan parecidas.

            Coccari, un inmigrante que se había levantado solo a fuerza de tesón e inteligencia, sintió la fascinación de aquello en lo que todo estaba aún por hacer. Fue un reto a su medida y se puso a trabajar hombro con hombro con el fundador. Comprendió además que aquello sería importante para su pueblo: conocía muy bien las costas del Adriático y del Jónico, sus grandes posibilidades turísticas, sus instalaciones. Sabía que esta salida al mar abría perspectivas enormes y no quería estar ausente.

            Con su aporte de materiales y obreros,  su experiencia en la construcción, sus conexiones con transportes y transportistas, se edificó la fábrica de mosaicos, la torre del tanque de agua de la calle del Caracol (Bunge en el  primer planos trazado en 1943 la denominó “Mirador de Galatea”), el edificio  para el Mesón y los galpones de Punta Rieles. Construyó una casa para la administración, que fue a su vez primera comisaría y se encuentra hoy en la calle Jason, un matadero (hoy Casa de la Cultura) y una casa para Bunge, que más tarde sería el Hotel Pinamar. Hubo un contrato de obras:  Bunge reintegraría lo invertido en acciones. Ya en 1942, Coccari, como inversión privada, había construido dos chalets en los lotes con escrituras  N° 1 y 2  que adquirió a la empresa Bravo, Barros y Cía., encargada de subdividir y comercializar. Uno de ellos, el primero, fue el que habitó siempre su padre Nicolás en sus largos veraneos y aún en invierno. El otro, ubicado en frente,(ambos en la calle del Tuyú entre del Odiseo y de la Sirena) lo vendió al Sr. Guillermo Porretti, propietario de un campo camino a Pinamar.Tronco de una antigua familia de este lugar, los Porretti se radicaban en verano, al igual que los Coccari. Estas familias estuvieron presentes en todos y cada uno de los hitos fundacionales de este partido, aunque residían unos en  Buenos Aires y otros en Madariaga.       

            En 1942 Bunge adquirió un viejo ómnibus carrozado en el que traía los fines de semana a personas interesadas  visitar el nuevo balneario y quizá  adquirir algún  lote. En Madariaga, la parada era en casa de Coccari; un cafecito, una copa  y éste subía para acompañarlos. Llegaban hasta cerca de la estación de Juancho y por la vía hasta Tío Domingo, abriendo y cerrando tranqueras. Estas vías, en tierras de los Guerrero, fueron colocadas durante la guerra del 14 para abastecer de leña de los montes de tala a los trenes y barcos ingleses, y así reemplazar el combustible que los submarinos  alemanes no dejaban llegar

                Las edificaciones mencionadas, que formaban la infraestructura básica para el loteo y aprovisionamiento, fueron edificadas entre 1939 y 1943. Dado que Pinamar sólo tiene 60 años, todas ellas están en pie. Las más antiguas son:

                  *Las casas del vivero – un galpón, una matera,  la casa del arquitecto Bunge y un viejo tanque de agua – conservan su forma original. “ La Pionera” de Porretti tampoco había sido tocada hasta el año 2001. Otras están, pero con agregados que han cambiado totalmente su identidad, como la de los Coccari, en del Tuyú y del Odiseo (El Dromedario), que ha sido subdividida en 7 departamentos y La Vieja Hostería, reducida a la mitad por demolición de una parte. (Tuyú y de la Sirena).

*El Matadero, un pequeño chalet,  atendido por el Sr. Hugo Taurizano, donde se faenaban las reses y se fabricaba el compost para el vivero. Se le agregaron dependencias en el piso superior cuando fue donado por Pinamar S.A. para el funcionamiento de la Escuela Media (El Teatro del Mar son antiguas aulas premoldeadas) y fue readaptado al pasar como préstamo a la Municipalidad de Pinamar como Casa de la Cultura.

*Y muy especialmente el Hotel Playas, (ayer Pinamar) ampliado, mantenido y reciclado pero sin perder su antigua elegancia que lo erige en representante del que fue un estilo pionero: austero y elegante. Hoy, adaptado a las exigencias de la moderna hotelería, conserva empero sus ladrillos blanqueados, sus tejas coloniales y sus aberturas color verde inglés, tan tradicionales. Arturo Dietrich Gunther fue el primer gerente. “El Hotel” abrió sus puertas al público al inaugurarse Pinamar como balneario, en 1943, con una gran fiesta. Fue, durante muchos años, el centro turístico, social y cultural de la localidad y no hubo ceremonia, hecho,  ni personaje de importancia que no pasase por sus salones.

Finalmente, otras construcciones pioneras desaparecieron dando lugar al progreso:

·        El Barrio Parque “Las Acacias”, serie de pequeños chalets para el personal jerárquico de Pinamar S.A., que estuvo en Bunge y Shaw, donde está Parada Uno, La Cúpula y Giúdice.

·        Grupo construido en el que estaba la Usina, el Mesón, de José Schlegel, la fábrica de hielo, la fábrica de mosaicos de Garbarini, la Carpintería y el Taller mecánico. Manzana comprendida entre lo que hoy es la Av. Bunge, Robinson Crusoe, y Cristóbal Colón . Hoy son galerías comerciales edufucadas por Pinamar S.A.

·        El primer Centro Comercial en forma de “U” ubicado en Bunge, Libertador, Constitución y El pasaje Cristóbal Colón, que tuvo una estación de Servicio del Sr. Giangrande, el Kiosco y parada de micros del Sr. Córdoba, el Correo cuyo primer jefe fue el Sr. De Paula, la Proveeduría Pinamar atendida por el Sr. Rocasalva, la verdulería del Sr. Maceiras; el taller de arreglos de electrodomésticos y venta de gas del Sr. Cabral; La panadería de González y Scartoni , la Boutique de la Sra.Margerita; casa Bohm, librería y fotografía; la farmacia atendida por la Sra. Marta Halbach de Buchelli, del farmacéutico  Moreno Lavarone; la carnicería del Sr. Duarte. Dentro de esa “U” existía una pequeña parquización que miraba sobre Libertador y, hacia atrás, entrando por Bunge, la playa de estacionamiento y parada de colectivos. Había dentro una pequeña callecita a la que daban la casa de comidas del matrimio Bourell,  la cuadra de la panadería y la despensa y artículos de pesca de Annal y Dopazo, frente a las oficinas de CALP.

 

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UNA CONTRADICCIÓN DE LA ESCRITORA FARINI

En 1946 el arq. Del Pino termina la casa construida por encargo de la familia Fariní en Tuyú y del Odiseo. Llevó el nombre de “Marejada” y se encuentra hoy con su fachada original. Rosa Moran de Fariní, quien más tarde escribiría una reseña histórica de Pinamar, era su propietaria.

Doña Rosa - así la conocíamos sus vecinos – era una persona afable y cariñosa de quien guardo un lindo recuerdo.  Era amiga y discípula de mi abuelo, quien le enseñó a pescar. Vestía de bermudas y se tocaba con un pintoresco sombrerito. Trabajaba su jardín con entusiasmo y siempre estaba buscando un interlocutor para conversar. Le gustaban las bromas, las que festejaba con carcajadas sonoras. Pasaba todo el verano en aquél Pinamar de condiciones tan duras del comienzo junto a su esposo Angel y sus hijas.

Cuenta Rosa Morán de Fariní, en su libro “Pinamar y su historia“,  que en 1942, cuando ellos adquirieron el lote en uno de los viajes que Pinamar S.A. hacía transportando posibles compradores,  observó que tenían vecinos:

 “Una casita al lado de nuestro terreno y otra en frente, sobre la avenida del Tuyú. Le pregunté a Del Pino de quiénes eran, a lo cual me contestó:

-Son de personas residentes en General Madariaga; La que está al lado de su terreno pertenece a un señor Guillermo Porretti que la utiliza para veraneo de su familia, y en invierno le sirve de morada cuando se dedica a la pesca. Es muy amante de ese deporte y un experto en la materia- nos informó. En realidad tiene una chacra muy cerca , sobre el camino, donde pasa la mayor parte del año. La otra pertenece al Señor Nicolás Coccari, hombre de comercio de muchos méritos, conocido en Madariaga donde vive desde hace muchos años con su esposa e hijos, dedicado a la venta de artículos rurales en general la cual administra, por lo que también  sentia la necesidad de un pequeño descanso en su trabajo, dedicándose a la pesca, deporte que lo atrae sobremanera  y que practica con suma destreza. “...”Era un motivo más para sentirme  satisfecha por la compra del lote”

            Pero más adelante, en la misma obra, la escritora se contradice, diciendo que la suya fue la primera casa construida en Pinamar por un turista. Sus vecinos  que en 1942 ya estaban usando su casa de veraneo o de fin de semana- Coccari y Porretti- no eran residentes. Coccari era un sastre de General Madariaga, por lo que no sé si llamarlo turista, ya que tenía una casa de verano en la costa de su partido. Porretti – a quien Gorki Coccari vendió una de las casas edificadas por él, “La Pionera”- vivía con su familia en Buenos Aires: era un turista.

            Queda demostrado que “Marejada” no fue la primera casa de veraneo construida en Pinamar.

            Es a partir de 1946-47 que se comienzan a ver terminadas un grupo de hermosas viviendas veraniegas, como la del Sr. Torcuato Mur – Caralmasu – en la calle del Caracol, frente al hotel, que tenía la particularidad de no adaptarse a las exigencias especificadas en el boleto de venta, ya que contaba con tres pisos. Esto dio motivo a una gran discusión entre Coccari y Bunge y a un juicio al cual, en su momento, la casa de Mur puso punto final.

 

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LA DEMANDA DEMANDADA

 

            Cierto día, Bunge, que había construido su residencia definitiva en el barrio del golf, apareció a comprar, como siempre lo hacía, por la Ferretería de Coccari, en Madariaga. Gorki no estaba, ya que andaba atareado preparando un viaje al exterior.  Pero mi abuela Carmen, su madre, que siempre ocupaba para entretenerse y charlar con los clientes una sillita detrás del mostrador, escuchó el mensaje que don Jorge le dejaba a Gorki:  El había construído una hermosa casa en Pinamar, y la de los Coccari se había quedado atrás; los tiempos habían cambiado y ya no entonaba con el resto ese pequeño chalet en el que don Nicolás pasaba gran parte del año.

            A su llegada al negocio, Gorki escuchó el mensaje de boca de su madre. Su orgullo de pionero se vio acicateado por lo que seguramente fue una broma, dentro del contexto de una amable charla con una anciana.

            Antes de emprender su viaje, se reunió con el arquitecto del Pino para aceptar el desafío. Le  encargó que, sin tocar la casa de su padre, edificara sobre ella, pero con su frente a la calle del Caracol, una residencia que costase sólo cinco pesos más que la de Bunge en el Barrio Golf. Conocía Gorki la prohibición de un segundo piso, pero  él mismo manifiesta que “tenía un as en la manga”

            Ese año viajó a Europa. A su regreso el arq. Del Pino lo llamó, pero tenía que resolver grandes complicaciones producidas por su ausencia y debía viajar a Estados Unidos, por la concesión del jeep Willys. Le hizo saber a su buen amigo Saúl que oportunamente iría.

Ya finalizando el año, regresó a Pinamar y se encontró una  casa de monstruosas dimensiones que  ya había llegado al techo. Cuando le preguntó a del Pino, éste respondió que sólo era en cinco pesos más cara que la de Bunge.

Aprovechando un desnivel entre las calles Tuyú y del Caracol, la edificación de del Pino mostraba dos plantas -  el límite permitido –  siempre que se la mirase desde ésta última; pero vista desde del Tuyú, tenía tres niveles: lo que expresamente se comprometía a “no” hacer el comprador de un lote en Pinamar.

            De inmediato comenzaron las discusiones por ese incumplimiento de las cláusulas de la escritura, pero Coccari seguía dando finales a su obra cinco pesos más cara, a la vez que daba batalla y resistía los ataques con dos contundentes argumentos: El primero y más importante era que la casa de Mur – miembro del Directorio de Pinamar S.A.  – tenía (y tiene, ya que aún sigue tal como fue originalmente edificada) la misma cantidad de pisos. El segundo argumento fue que la nueva casa estaba ubicada sobre calle del Caracol, con sólo dos plantas. La de la Calle del Tuyú era otra casa, la de su padre Nicolás, edificada años atrás en el lote N°1.

            Si se llegó a juicio, si hubo demandas, no lo sé. Lo cierto fue que un día, fatalmente cuando estaba todo encofrado para hormigonear el  segundo piso,  una persona enviada por Bunge el administrador de Pinamar SA, ,  llegó ante la casa del problema y comunicó a Coccari que, en caso de que continuara la obra, una cuadrilla se iba a hacer presente  para demoler “el piso que le sobraba”.

            -Está bien. - respondió Gorki - ¿qué fecha han fijado para la demolición?  - Martes, respondió el enviado. (Era un sábado).  - Porque necesito realizar antes una faena. Dígaselo. – dijo Coccari

El mensajero, asombrado preguntó qué faena era esa. 

-Yo me encargo de las demoliciones, tengo gente trabajando, nada me cuesta. En una semana le hago demoler el tercer piso al Sr. Mur, para que él no se tenga que molestar desde Capital. Primero la suya, por supuesto, ya que fue la primera en tener tres plantas. Después la planta alta del chalet nuevo de Bunge, quien le está haciendo una obra a la Algodonera Argentina, propiedad de Mur en Capital, y está muy ocupado. Luego de eso puedo comenzar a demoler lo mío. Dígale eso, no más.

Luego de esta escaramuza, no se volvió a hablar del asunto. ”La paz reinó en Varsovia”, como dice Gorki en sus escritos. La casona se terminó y fue largamente disfrutada por la familia, entre quienes me cuento. No supe nunca si era agraciada en su aspecto. Creo que no lo fue.  Pero sí sé que era alegre, cómoda, hospitalaria.

Tengo noticias de que entre Bunge y Coccari no se volvió a hablar de nada más. Por muchos años.  

.....*.....

 

 

¡AQUELLOS DIFÍCILES PRIMEROS AÑOS!

            En el transcurso de las décadas 40-50 se construyeron otras casas de gran valor:  

·        la del Sr. Willoket -Las Toninas – con su bellísimo techo de paja, en calle del Odiseo;

·        la residencia de los García Robin, también con techo de paja, en de la Sirena y de la Almeja;

·        la de los Herraitz, amplia, de dos plantas, hoy propiedad de Pío Ludueña, en del Tuyú casi Av. Del Atlántico (hoy del Libertador);

·        el pequeño chalet de los Zubizarreta, sobre del Caracol, cerca de la playa, que luego perteneció sucesivamente a Angel Magaña y Luis Sandrini,

·         el hermoso chalet de los hermanos Castagna – “Las Artes” , hoy “Restaurante Tante – en cuyos jardines hubo recitales de música ofrecidos por sus propietarios . El pianista Nino Castagna, allá por los 50, invitaba a su casa y allí, acompañado por su hermana Bruna Castagna, soprano del Metropolitan Opera House de New York, deleitaba al auditorio con un refinado e inesperado concierto.

·        En la misma calle de las Artes edificó la familia Luzarreta – “Chez Luzarreta” y Doña Rosa Foresti tuvo su pensión. Siguiendo esa calle, ya sobre el mar – porque Burriquetas era la última calle -  el señor Negrini nombró con su apellido al hotel que construyó y explotó en temporadas de verano.

Como vemos, la mayoría de las casas edificadas estaban en un mismo barrio, ya que fue el único loteo existente al momento de realizarse las primeras ventas. Estos pioneros vivieron en Pinamar desde los años 40 a los 50 sin corriente eléctrica -  por ende con heladera a hielo y sin luz eléctrica -  sin agua corriente, con pocas provisiones y caminos desastrosos. Se alumbraban con velas o faroles a kerosene. El agua era de pozo y se debía bombear a mano para subirla al tanque.  Una lucha reservada  para espíritus aventureros con un soplo pionero. Ellos sacaban de todo esto más alegría y disfrute que de la playa misma.

Para aprovisionarse llegaban como podían hasta la granja “Tuyutí” de don Antonio Schuab o, si el camino estaba bueno, hasta Madariaga. Debajo del hotel Pinamar había un pequeño almacén llamado “La Gran Vía”, del Sr. Rocasalva, con muy poca mercadería. La leche fresca la dejaba de casa en casa, a diario, el lechero Artiguet en un sulky  cargado de tarros. Venía desde el  tambo de su familia, en el campo.

Para lograr adquirir algo de carne en el matadero – hoy Casa de la Cultura - era necesario ir muy temprano, ya que, por la falta de heladera, se faenaba una sola res. Más tarde algo habría, pero era lo que otros no habían querido llevar. El carnicero era Cañete y había un jovencito ayudante, a quien llamaban Manolito. El orden de llegada era sagrado. He acompañado a mi abuelo Nicolás tempranísimo a hacer esa cola. El olor del compost era insoportable.

Luego edificaron sus casas las familias Comotto, Hugges, Cremona, Cárdenas, Deraux y Roage.

           Nuevos arquitectos llegaron luego de  del Pino: Dathes, quien hizo la casa de Zubizarreta; Ruíz Luque, quien construyó la “casa del puente” frente al golf, calle del Buen Orden; Raffo Quintana que hizo para Cabrejas la hermosa “Aguas Verdes”, también sobre Buen Orden; hubo otras casas proyectadas por Peña, Uranga, Sánchez Zinni y Caballieri.

Recordamos a los constructores Lorenzo Comotto, Alfeo Alfi, Leónidas Máteri.  Los hermanos Deluchi, quienes murieron  aplastados por una chimemea que se derrumbó mientras trabajaban, configurando la más  terrible tragedia del momento.

Secundados éstos por un grupo de personas que también soportaron las rudas condiciones de vida de las plantaciones o de la construcción, quienes además fueron construyendo sus viviendas, o debían viajar diariamente desde Madariaga por ese camino lodoso y empantanado, o peligroso por lo polvoriento. Fueron algunos el pocero Juan Cuello, los instaladores Urrutia y Andere, los electricistas Cúndari, Smelti, Alfi (hijo); los pintores Santos y Riegler; El techista Celso Losino; Los herreros Salvo, Faramiñan y Prasel; El cerrajero Nino Valenti. Así el Barrio Obrero, como lo llamara Bunge – o Barrio San josé, como se llamó después – se fue llenando y vertebrando con esa gente laboriosa y progresista que hoy constituye el grueso de su población estable.

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PINAMAR S.A.

 

En 1942 el arquitecto Bunge intentó comprar todo el campo de la Sra. Valeria Guerrero Cárdenas de Russo -según cuenta ella - pero ésta no deseaba vender.

Se  forma entonces Pinamar Sociedad Anónima, integrada por Jorge Bunge con la mayoría de las acciones y un Directorio con un grupo de importantes industriales, hacendados y profesionales:  Carlos Anesi, Otto Bemberg, Enrique Bordot, Jorge Born, Eduardo Bunge, Víctor Casterán, Francisco Chass, Gastón Dedyn, Manuel Fontecha Morales, Alfredo Fortabat, León Fourbel Rigoleau, Eduardo García Fernández, Aníbal López, Gustavo Malán,  Ramón Mur, Gral Alberto Olivera César, Manuel Thibaud e Ignacio Uranga. Estos eran los capitalistas que le permitíeron afrontar los enormes  gastos de la fundación.    

El nombre de Pinamar, elegido por Pinamar S.A., proviene de la bella conjunción de pinos y mar que se iba conformando con la fijación de los médanos.

El hotelito Pinamar, construido en 1942 por la empresa Gorki Coccari, fue ampliado  en 1944, en plena 2ª  guerra mundial, durante la que se le construyó un piso superior. Hubo repentinamente y en plena obra, una escasez y encarecimiento de materiales, especialmente del hierro necesario para la losa, que Coccari resolvió a su modo. Esto más adelante llevaría a estos dos personajes - tan singulares y parecidos - a otro de sus frecuentes enfrentamientos.

La fecha de apertura al público fue el 14 de febrero de 1943, fecha de fundación de Pinamar como Balneario. Fue su primer Gerente el Sr. Arturo Dietrich Gunther.

La fundación incluyó la previsión de fracciones para ser destinadas a:

-         Centro Comercial, Usina, Carpintería, Hotel Mesón: Hoy calles Constitución, Simbad el Marino, Bunge y Libertador

-         Centro Cívico: Hoy Calles Valle Fértil, Constitución, Marco Polo y Rivadavia

-         Escuela: Rivadavia, Constitución y Marco Polo. (fue la Esc. 11, luego la actual EGB N°1)

-         Administración y Destacamento de Policía: Calle Jonás detrás del hotel Arenas

-         Estación de Meteorología: cul de sac de del Caracol

-         Iglesia Parroquial: Hoy Nuestra Sra. De la Paz, en del Libertador

-         Estación del Ferrocarril, en Constitución casi Intermédanos, donde hoy queda un pino histórico.

En 1944 la Provincia de Buenos Aires aprobó al Plan Director, elaborado por el Arquitecto y Urbanista Jorge Bunge. Quienes compraban en Pinamar, al firmar la escritura de dominio, se obligaban a respetar este Plan, que contemplaba zonificación, uso del suelo y tipo de edificación, conceptos urbanísticos adelantados para la época, ya que preveían la belleza, el respeto por la naturaleza, por la típica topografía ondulada, con amplios retiros entre viviendas y de éstas a las calles y medianeras. Se trazaron  una zona industrial, un barrio obrero, un centro comercial-administrativo-educacional, se sectorizaron las zonas residenciales y se previeron amplias parcelas destinadas a parques y plazas . 

            Este rigor y falta de permisividad para lo antiestético, desubicado o desprolijo de aquél ingeniero urbanista de la Universidad de Munich, luego de 58 años se ha hecho hábito y ha formado la  de una percepción estética  funcional, muy cara  a los pinamarenses, donde la protagonista es la Naturaleza.

En 1945 se construyó un grupo de viviendas permanentes para quienes formaban el sector terciario, llamado “Barrio Obrero las Acacias”, ya que iban llegando personas para trabajar en la fijación de médanos, en la construcción y en los servicios. La mayor parte de estas familias provinieron de General Madariaga y de la corriente de inmigración italiana de la post guerra.

Ese año se construyó el primer muelle de madera, arrasado más tarde por una sudestada

En 1948 se inauguró un segundo muelle, más fuerte que el anterior, con la alegría de residentes y turistas, amantes de la pesca deportiva.

Ese fue el año en que se instaló el Kiosco Córdoba, en Bunge y Simbad el Marino, en el que se vendían pasajes y se despachaban encomiendas, porque era parada de micros; había cigarrillos, golosinas, diarios , artículos de pesca ... lo que hiciese falta.

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EL FERROCARRIL

Han llegado a mí por  vías diferentes, CINCO versiones de lo que fue la tramitación y llegada del ferrocarril a Pinamar. Este trabajo las recoge a todas,  pero considero que debe haber tantas como relatores o participantes haya tenido el hecho. Aquí se las dejo:

 

VALERIA GUERRERO – LA DUEÑA DE LA TIERRA

(**)Parece doña Valeria Guerrero muy determinada a decir verdades cuando expresa que narrará “cómo conseguimos Juan Pablo y yo que se hiciera correr el tren de pasajeros”.   

En 1949, su mayordomo Alvarez, de La Invernada, viajó por casualidad con un empleado del ferrocarril que le contó que iban a levantar las vías del ramal Madariaga-Pinamar por considerarlo inútil. Era el ramal que su padre había logrado que se instalara durante la guerra para aprovisionamiento de leña.

En una visita a Ferrocarriles en Constitución, lograron la confirmación de la mala noticia. En un plano estaban tachadas con rojo estas vías. Dice Valeria que estaba Perón en el poder y hablaron con el Sr. Kennedy y otras personas muy amables. Hicieron la defensa del ramal que beneficiaba a una gran zona de la costa y solicitaron un tren de pasajeros, ya que la hermosa obra que se estaba haciendo en Pinamar lo merecía. Varias fueron las oportunidades en las que entrevistaron al Sr. Kennedy y otras autoridades del Ferrocarril Roca.

Nombra la señora Russo a personas influyentes entrevistadas, como el Director de la línea coronel Zubieta; el Ministro de Transportes, Juan Francisco Castro, de su círculo de amistades.

 En abril de 1949 fueron a Pinamar las autoridades del ferrocarril en un vagón especial, acompañados por Juan Pablo Russo, ingenieros y jefes para estudiar cómo se podían arreglar las vías y conocer la región. Hicieron una parada en Guerrero, donde estaba la Sra. Valeria con invitados. Luego, en el Talar, el Dr. Russo les ofreció un asado, en el que estuvieron Carlos Gesell y personas de Madariaga, todos interesados por el tren de pasajeros.

Fue tanto el entusiasmo por los montes de tala y las playas, que inmediatamente de llegados a Buenos Aires, mandaron cuadrillas y materiales a Pinamar. Desde el lugar donde <Manuel Guerrero había llegado con los rieles, desviando hacia la derecha en dirección a Ostende, enderezaron la vía y la siguieron mucho más adelante. Así llegaron cerca de la costa, donde instalaron una casilla de madera y un galponcito.

Cuenta Valeria que Jorge se enteró de la llegada del tren de pasajeros a Pinamar cuando el proyecto ya estaba aprobado, y fue Juan Pablo quien se lo comunicó por teléfono. “Se puso muy contento con este regalo caído del cielo”, los invitó a almorzar y hubo una tregua en las tirantes relaciones, la que duró poco.

Esta mención de Valeria a un  almuerzo, es en referencia al de  inauguración del tren de pasajeros, el 27 de agosto de 1949, que se hizo en el Hotel Pinamar. Allí dice que encontró gente nueva, “sus socios” de Pinamar S.A., algunos a los que jamás había visto y otros, muy amigos suyos de antes, que no sabía ella que “ahora” formaban parte del proyecto.

Pero las vivencias más valiosas relatadas por la escritora son las de la llegada del tren “Huemul”, una moderna unidad con la trompa cubierta por la bandera argentina.  Viajaban el él el representante del Gobernador Mercante - Ministro de Salud Pública Bocalandro – su esposa Mecha,  amigos de Valeria y Juan Pablo. También iban ellos  y la plana mayor del Ferrocarril Roca. En Madariaga los esperaba el Intendente Costa con una multitud. Suena agradecida Valeria al recordar emocionada el discurso de Abelardo Costa, que se refirió a su padre como hombre de empresa, y a su gran obra en la región. “Ahora sólo se oyen los nombres de Bunge y Shaw, así que tengo que agradecerle al doctor Costa que haya recordado a papá”

Al llegar a la estación Pinamar, el tren parecía enorme en medio del desierto, ya que había unas pocas plantitas raquíticas y el resto arena. Habían preparado el andén, una casilla para la estación y los galponcitos. Jorge había hecho un sendero de tierra para comunicar con el camino principal (hoy Av. Bunge). Estaba todo lleno de banderas argentinas y había una campana en el corredor. Había público, automóviles que los llevaron al hotel y un gran entusiasmo. En el hotel Jorge Bunge había preparado un gran almuerzo. A los postres hubo discursos y , a pesar del pleno invierno, y de que la comida fue al aire libre, el tiempo acompañó,  y lo pasaron bien.

Jorge Bunge llevó a algunos de los invitados a recorrer el pequeño pueblo: usina, almacén, carpintería, fábrica de baldosas, taller de automóviles. También llegaron ese día a Tío Domingo -  loteo de Antonio Guerrero para una colonia de agricultores -  por un ramal extendido hasta allí.

Valeria dice que Jorge estaba tan contento que prometió darles terrenos en Pinamar. Ella pensó compensarlo con un pedazo de tierra firme, pero esto, que parece poco importante, nunca se concretó. Valeria lamenta no tener un lugar junto al mar. Quienes vivimos en Pinamar  lamentamos algo mucho más importante: que nuestro partido termine en la Ruta 11, con los consiguientes perjuicios que -  a lo largo de todos estos años -  nos ha acumulado  el hecho de no tener tierras más allá de ésta, para tener un lugar propio para disposición final de residuos, de una planta depuradora de líquidos cloacales lejos de la planta urbana, por haber tenido que ubicar nuestro aeroclub y nuestra estación de trenes en tierras de General Madariaga.

Las relaciones humanas determinan generalmente la historia. Y ésta a veces debe subordinarse a los enconos personales, a las pequeñas mezquindades, a la falta de mediadores generosos que acerquen a las partes.

 

 

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ROSA MORAN DE FARINI - HISTORIADORA

            En 1949 – cuenta la Sra. Fariní – por gestiones exitosas efectuadas por el ingeniero Leguizamón, un alto funcionario del ferrocarril inglés, y las del Señor Russo, ante el Ministro de Transportes, Tte. Cnel. Juan Francisco Castro, se reacondicionaron las vías existentes entre Madariaga y Punta Rieles, alargándose tres kilómetros hasta Pinamar, inaugurándose en agosto un servicio combinado que, partiendo de Mar del Plata y Buenos Aires, pasa sus pasajeros en General Madariaga al “trencito” que llega hasta Pinamar.

            Pinamar construye la estación a dos kilómetros del mar, en la prolongación de la calle Constitución.

            Al inaugurarse se pone al frente al Sr. Barabino, quien hasta ese momento había estado empleado en al campo del Sr. Guerrero en Tío Domingo.

            Funcionó en dos horarios diarios, para lo que empleó diez personas, entre conductores, guardas, cambistas, boleteros, jefe de estación y un empleado “despertador” cuya sola misión era despertar a las cinco de la mañana a dichos funcionarios. El “trencito” transportaba pocos pasajeros, ya que la mayoría prefería el colectivo de Parini, que los llevaba hasta el centro y tenía mejores horarios. El éxito del “trencito” se limitó a los días de lluvia, por lo intransitable que se ponía el camino de tierra. No tardó mucho la gerencia del ferrocarril que el servicio Madariaga-Pinamar causaba pérdidas.

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ABELARDO COSTA – Intendente de General Madariaga en 1949

            En 1949 el arquitecto Bunge me anuncia que el Directorio de su empresa está gestionando para convencer a la entonces Secretaría de Transportes para que tienda una línea entre Madariaga y Pinamar que quedaría ligada a Plaza Constitución por el ramal Madariaga-Guido.

            Cuando lo comuniqué al Gobernador Mercante, manifestó su acuerdo y se comprometió a apoyar la gestión ante Ferrocarriles. El ramal no sólo beneficiaría la propuesta turística de Bunge, sino un centro de producción frutihortícola que quedaba en el trayecto, llamado Tío Domingo. Interesé a Mercante y a Bunge  en esta escala y  tuve éxito.

            El 19 de agosto de 1949 el Ministerio de Transportes de la Nación procedía a inaugurar el nuevo ramal. Ese día, una comitiva oficial que se trasladó en tren eléctrico desde Plaza Constitución fue recibida con ovación por una muchedumbre que esperaba en la estación de Madariaga. Tras la bienvenida que les di en nombre del pueblo del partido, ocuparon de nuevo el convoy, ahora con la presencia de autoridades locales y vecinos, hasta Punta Rieles, desde entonces ESTACIÓN PINAMAR. Viajaban Fontecha Morales, representante de Pinamar SA, el escribano Manuel Castro, Subsecretario de Transportes; el Coronel José Roberto Zubieta, Gerente General del Ferrocarril Roca  y el Ministro de Salud Pública y Acción Social Dr. José Bocalandro.

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HERMAN PARINI  -  Pionero del transporte automotor de pasajeros

            El trencito, que fue inaugurado el 19 de agosto de 1949, hacía el recorrido entre la estación de Madariaga y la de Pinamar. Con muy buen criterio, el arq. Bunge no dejó que llegara hasta el mar. Estaba en lo que hoy es Constitución y Apolo, donde funciona la Imprenta Barros. No queda ningún rastro de la estación. Cuentan los que allí construyeron que cuando cavaban los cimientos encontraban clavos de durmientes, ladrillos y otros elementos.

 Cuando llegaba el tren de Buenos Aires, los pasajeros debía esperar una hora para que se hicieran las maniobras para que el tren siguiera viaje y el trencito se acomodara en las vías para partir a Pinamar. Yo, que tenía parada frente a la estación,  me paseaba por el andén anunciando que salía “de inmediato” y los dejaba el la misma playa. Muchos pasajeros, a pesar de que el boleto les daba derecho al transbordo sin cargo, utilizaban mi ómnibus para llegar antes. Eso me trajo problemas. El maquinista del tren, un peronista fanático llamado Mikeley, me denunció a la policía, diciendo que yo le sacaba clientes al ferrocarril, que ya eran nuestros. Por ser “nuestros”, se me prohibió pasearme por el andén.

Entonces puse un gran cartel desde adelante hacia atrás del colectivo que decía “Este ómnibus sale enseguida para Pinamar”. Los pasajeros lo veían y cruzaban. A los pocos días me secuestraron el cartel.

El trencito salía a diario, con mis mismos horarios y cobraba menos, pero yo salía completo y el trencito con 5 ó 6 pasajeros, porque yo llegaba a la playa y el tencito los dejaba a 20 cuadras que había que hacer a pie en medio del arenal .

Pero el tren estaba subsidiado; hasta el habitante de Tierra del Fuego, que no tenía noticias de que existiera Pinamar, lo estaba pagando. Yo tenía que correr con todos los gastos y cobrar $2.- El tren salía $1.80 y tenía 11 personas para atender el servicio. Era un derroche. En 1954, con la inflación, debí dejar el servicio que ya no era redituable. Fue una gran alegría de Mikeley.

A veces trataba de asustarme, esperando con las luces del tren apagadas en el cruce con el camino. Un día me cansé y, cuando lo vi cruzando la calle en Madariaga, le tiré el ómnibus encima y pegué el volantazo. Hizo denuncias, se dijo que andaba armado para matarme, pero nunca más se metió conmigo.

El tren siguió corriendo y sus pérdidas eran cubiertas por el Presupuesto Nacional, hasta que, durante el proceso, lo levantaron por improductivo.

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GORKI COCCARI –  PRIMER  EMPRESARIO DE LA CONSTRUCIÓN 

A Veces salíamos con Bunge a caballo por los médanos. A mí se me hacía un poco difícil, porque a los ocho años se me desbocó un caballo y en su disparada pasó rozando un poste de electricidad. Fue sólo un susto, pero uno durable. Bunge me daba a Napoleón, que debía tener unos 200 años, ya que tenía reumatismo y otras nanas. Para captarme su simpatía llevaba en los bolsillos terrones de azúcar y lo conversaba  todo el tiempo. Ya se había acostumbrado a mí y me tomaba el pelo. Napoleón paraba a comer pasto y no escuchaba mis ruegos. Bunge a los gritos porque yo no lo seguía, pero en realidad era el caballo el que no arrancaba. De ahí que preferí dedicarme a la aviación. Como piloto manejas una máquina que te obedece y te anticipa todo en sus tableros. El caballo no te anticipa nada; se hace rogar y como si fuera poco  ostenta una voluntad propia que no tiene nada que ver con tus intereses. La caída de un avión es asunto serio. Caerte de un caballo es un bochorno.

El transporte hacia y por las dunas era problemático. Llegar a Pinamar con los materiales necesarios se hacía lento y pesado.

Durante la presidencia de Perón el país  adquirió los ferrocarriles a los ingleses. Un día, a las dos de la mañana, llegó en un autovía el gerente del Ferrocarril Sud, Mr. Lyon, a hacerme una propuesta. En virtud del gran tonelaje de materiales de construcción – vagones enteros -  que recibía por tren, se me bonificarían en un 50% los fletes y se me nombraría remitente y destinatario de todo lo producido en Gral.Madariaga: hacienda, frutos del país y otras mercaderías en vagones. Yo sería el distribuidor a domicilio y el despachante hacia la Capítal. También me comunicó Mr. Lyon que la empresa iba a reacondicionar  el sistema ferroviario con  una inversión de 25 millones de dólares. Lamentablemente la adquisición del sistema fue deficitaria a los pocos meses, pero esa es otra historia.

De todos modos quedé en contacto con Mr Lyon para invitar a Mr. Eddi, presidente de Ferrocarriles Argentinos, pero que” vivía en Londres”, para mantener una conversación sobre la extensión de la línea de rieles desde el obraje de Muglia, donde se cortaba la leña para alimentar las calderas hasta Pinamar. Eso resolvería en gran medida el transporte de personas y carga.

Hacía una semana en pleno invierno lluvioso que esperábamos que llegara un autovía con el importante personaje.   El día que debería llegar por fin, las horas pasaban y no aparecía, por lo que el Arq. Bunge, impaciente, nos pidió al arq. Saúl  Del Pino y a mí que lo fuésemos a esperar a Punta  Rieles, o sea a la entrada de Pinamar.

En nuestra ausencia llegó a la casa un señor. Bunge, al verlo, creyó que era el mencionado presidente de ferrocarriles. Abrazó afectuosamente al supuesto Mr. Eddy y le sirvió un vaso de whiski.

Con mucha  sorpresa por los elogios y la calurosa bienvenida, aprovechando un respiro de Bunge, el recién llegado le explicó:

-Sr. Bunge, yo no sé con quién me confunde, pero vengo a verlo porque Coccari me ha prohibido la pasada por Pinamar aduciendo que, por transitar con velocidad, le rompía la capa de tierra sobre el trazado. Soy Herman Parini...

No pudo seguir hablando. Cuando quiso acordar, ya no tenía la copa en la mano, Bunge lo había tomado de las solapas y lo estaba echando a gritos. El Sr. Parini transportaba pasajeros y cumplía encargues entre Madariaga,  Pinamar y Ostende con una hermosa camioneta importada que me había comprado a crédito, pero, efectivamente, tenía la pasada prohibida por las calles que Pinamar SA estaba abriendo. Nadie podía hacerlo si era ajeno a la empresa.

Finalmente llegó Mr. Eddy y se resolvió extender la línea desde el obraje de Muglia hasta  Pinamar, evitando la vieja ruta que salía desde Madariaga a Mar del Plata. Estaba ubicada, la que designaban como “media estación”, a unos 12 km doblando a la izquierda, a lo largo de un camino de tierra existente pasando por los campos de Porretti. Se estableció que el transporte de pasajeros y carga se haría con una locomotora diesel que salía de Gral.  Guido y que empalmaría a Gral.  Madariaga con la vía a la Capital. Al levantarse la mayoría de las vías por no ser rentables, se reinició el antiguo recorrido, lo que fue muy importante, ya que evitaba el recorrido por campos privados. Esto fue en 1949.

Esta misma historia, con algunas pequeñas diferencias en el tipo narrativo, la cuenta Herman Parini en el libro”Charlas de un pionero con un recién llegado” de Aller Atucha.

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Nota de la autora: Estas – a veces disímiles y otras coincidentes -  versiones, lejos de inquietarme o confundirme, agregan elementos a una historia que aún no está escrita y que, como todas las historias, pertenecerá a quien la investigue. Anoto cada detalle que surge porque lo considero enriquecedor. Sería muy arrogante de mi parte elegir a priori una GRAN VERDAD a costa de lo que cada uno de los actores pueda humildemente aportar.

 

 

 

 

BALNEARIO PINAMAR

EDIFICIOS SERVIDOS AL 31 DE JULIO DE 1955

C.A.L.P.

 

REFERENCIAS

A    Lotes sin vender

a     Lotes vendidos antes del 20 de enero de 1949

A.   Lotes vendidos después de 20 de enero de 1949

A*  Lotes vendidos en remate de marzo 1955

 

ME HE ENTERADO DE LA EXISTENCIA DE ESTOS DATOS POR EL Sr. PEDRO GROSSI, CUYA FAMILIA SE ENCUENTRA ENTRE LOS PRIMEROS COMPRADORES DE LOTES DE LA ZONA GOLF. FUE ÉL QUIEN ME FACILITARA EN 1998 UN MARAVILLOSO MAPA DE CALP EN EL QUE SE ENCUENTRAN MARCADOS LOS LOTES DE LAS VIVIENDAS SERVIDAS POR ESA INSTITUCIÓN EN 1950, EXQUISITAMENTE REFERENCIADO CON LOS NOMBRES DE CADA UNO DE LOS PROPIETARIOS Y LA FECHA EN LA QUE FUE ADQUIRIDO EL LOTE.

ZONA A  

Manzana

Lote

Propietario

Calles

1

b

Olivares

hoy Status

2

H

Pinamar SA

Bunge y Sirena

3

G

Sirenilla(Bocchi)

Bunge y Sirena

C

Club de Pesca

Bunge y Buen Orden 

4

ab

Larrain

Sirena y Almeja

c

Hughes

“ (Manzana chiquita) 

5

a

Stefano

Sirena y Almeja

b

Bunge (anexo hotel) 

Caracol y Sirena

f e d

Mur

Caracol

k

Annal

Caracol

o

Fascio

Sirena y Almeja 

6

a

Fablet

Sirena y Caracol

c

del Pino

Caracol y Odiseo

d

Martínez

Caracol (al lado)

h

Bozalla

Caracol

k

Meteorología

Almejas

l m n

Sojo

Almejas

q

García Robín   

Sirena y Almeja 

7

a

Repetto y Bianchi

Tuyú y Sirena

b

Cangiano

Tuyú c/salida a Caracol

c

Coccari

Tuyú c/salida a Caracol

g

Bar La Peña    

Tofano(luego Hotel Neptunia)

s

Cermesoni

Caracol y Av. Del Mar

m

Magaña(Zubizarreta)

Caracol

i

Yepes

Caracol 

8

f g

Herraiz/Luzarreta

Tuyú

h

Fisch

Tuyú

i

Cárdenas

jklm

Hostería

t

Monzani(Taurizano)

Jonas y Parque Tridente 

9     

f

Foresti

Delfines

g

Silvestre

h

Ramazzi

i

Mosciaro

k

McGough

m

Farini

Tuyú

n

Porretti

q

Royer

r s

Daireaux

v

del Castillo

“ 

10

b

Porretti

Delfines y Odiseo 

11

abcdegh

Ubertalli

Delfines, Odiseo, Argonautas

f

Betbedere

Delfines 

12

         

b

Picollo

Silenios

c

Acomano

gh

Geene

k

Willoket

Odiseo y Delfines

qr

Ramírez

Delfines 

13

                                         

b

Gazcón

Tritones y Libertador

m

Magliola

Silenios

op

Bardini

14   

h

Wettig

Argonautas e/Odiseo y el mar 

 

Playa Bar

 

ZONA B  
1 c Ghirimoldi Bunge c/salida a Jonas  
d Hornos
h Agnoletti
i Aperlo 
j Shuarzkopf 
l Marra
m Marra
r Seguí  “ 
2 f Comotto  Libertador y Jonás
4 f Ruata Tuyú
g Lucero  
jh Pinamar SA Jonás (Administración)  
k Antonio
l Pellini
5 c Rizzotto Gulliver e/M.Polo y R.Crusoe
j Lede Mougam Tuyú y R.Crusoe
o Yaggi Tuyú
6 c Tricoli   Gulliver e/R.Crusoe y S. el Marino  
d Teruel 
j Porretti Tuyú
l Baratti
m Alfi
7 j  Coriado “ y Libertador
ZONA C1
15   k Laukens Burriquetas e/Bunge y Gaviotas
16 i Scotto y Olivera    e/Gaviotas y Acacias  
17 a Feliú  Buen Orden y Gaviotas  
f  Gomez Palmes-Rvas Burriquetas e/Gaviotas y Acacias  
g Kessler        y Acacias  
h  Martínez  Acacias y B.Orden
i  Barbero Buen Orden e/Gaviotas y Acacias
8 b Negrini Burriquetas y Bunge
c Pisan “ e/Bunge y  Gaviotas  
l  Agnoletti Buen Orden e/Bunge y Gaviotas  
m Mazzonis  
19 b Pinedo Buen Orden e/Toninas y Acacias   
20 c  Bustos B.Orden y Toninas  
f  Imizcoz Sirenas y Gaviotas
24 a Baccolini   de las Artes y Noctilucas
25 g Merlo Ballena e/de las Artes y Sirena  
h  Morillo Artes y Ballena
26 a Pisani   Ballena y Artes  
b Willoket  Ballena e/Artes y Sirena  
e Maletti
m  Seeber   Gaviotas e/Artes y Sirena  
n Palugay   
27  e   Delorme Sirena y Gaviotas
f  Manucevich  Sirena y Toninas
28 b Magrini Toninas e/ Tiburón y Sirena  
c Iceta    
m Vidal   Acacias e/Tiburón y Sirena  
29 a Forest   Gaviotas y Artes  
f Caram   Artes y Toninas  
30 c  Arzeno  Toninas e/Artes y Tiburón  
e Laporta 
f Tofano
i Giovannino Libertador
    j Jannot  
klmn Uranga/Bunge Libertador y Artes
31 c Pisan Toninas e/Artes y Bunge  
e Morillo Artes y Libertador  
32 b Deluchi Gaviotas e/Artes y Bunge
c Luzarreta Gaviotas y Artes
f Sorondo  Bunge y Toninas  
33 a Giraud   Bunge y Ballena
ZONA C2
36 i Del Piero B.Orden e/Acacias y M.Pescador  
Etcheverry Buen Orden y M.Pescador
37 b Laplacette Burriquetas y Acacias  
c Fablet Burriquetas e/Acacias y M.Pescador  
d Macchi 
e   Llosa 
j Schettini   B.Orden y M.Pescador
39 b  Braje    B.Orden e/M.Pescador y Langostinos  
c Barilari  
40 ke  Cabreras  
42 jk  Pini   Tiburón e/Burriquetas y A.del Mar
l Perazzo  Burriquetas e/Tiburón y Langostinos   
43 d Madariaga Burriquetas e/Langostinos y Tiburón
k Espinosa  B.Orden y Tiburón   
44  cr Fauve Violi  Libertador c/salida a B.Orden
n Lampugnani          e/Langostinos y Tiburón
45 d  Rojo Cárdenas B.Orden e/Tiburón y Artes  
e Pampillo  
n Baudrexel  Libertador 
p Ledesma 
46 fg  Passman  Burriquetas e/Tiburón y Artes
h Pombo   
m  Brané  B.Orden
47  g Baudreael Av.del Mar e/Tiburón y Artes
l Molas Walter Burriquetas      
m Pomes
r  Devoto 
48 ij  Merlo Burriquetas Av.del Mar Tobías
hk Conen Burriquetas c/salida a Av.del Mar  
49 d Shaw Burriquetas e/Artes y Tobías  
f  Comelleras
j  García Robín Buen Orden y Tobías
k   Faletty  e/Tobías y Artes  
ZONA B2 
92 a Cortina M.Polo y de los Pinos
f Martín  Tritones e/Libertador y de los Pinos  
g Vago  
l Martínez Vivot Libertador y M.Polo   
93 h Cricco M.Polo y los Pinos
95 h de Salvo M.Polo e/Robinson y Simbad  
j Susini     
96 g Raggier 
h Vogogna 
98 b Villani  Tritones e/Cipreses y R.Crusoe
103 ef Yodice Sílfides y M.Polo
104 g Gerlhs   Sílfides e/M.Polo y Gulliver  
h Jones 
105 bcgf   Binda   Tritones e/Eucaliptos y Gulliver c/salida a M.Polo  
h Roich Gulliver y M.Polo 
ZONA C3
51 c Seeber  Libertador e/Sirena y M.Pescador  
d Musto    
52 a  Cabrini  Cangrejo y Congrio
b Figallo y Soula Cangrejo y Sirena
53 a Bustos Libertador y Congrio  
d Revert Sirena e/Libertador y Cangrejo  
54 c Hoffer  Congrio e/Libertador y Cangrejo
g Scotti  Cangrejo       
j Videla Cangrejo e Hipocampo  
p Revert Hipocmpo e/Libertador y M.Pescador   
56 b Teruel (Hegewald) Cangrejo e Hipocampo  
h Strenth Tiburón y M.Pescador
57 c Meilio Hipocampo e/Tiburón y Cangrejo  
I Perel Tiburón e/     
56 a Mujica Libertador y Pingüinos  
b González Bonorino Libertador y Tiburón
61 g Deluchi Tiburón y M.Pescador  
j Natale Pingüinos e/Cangrejo y M.Pescador  
63 d Scotto  Pingüinos e/Mejillón y Cangrejo  
64 b Bordelois    Libertador y Pingüinos  
e Dithurbide Pingüinos e/Libertador y Mejillón  
j Lassaga Foca e/Libertador y Mejillón
k Seeber
65 n Colombo Artes e/Mejillón y Libertador  
o Forti   
68 b Trianón  Constitución y S.el Marino  
d Bastons  Constitución e/S.el Marino y Artes
e Arduino
f García
g De Negri  S.el Marino y Artes  
j Barragán   Rivadavia e/S.el Marino y Artes  
k Deluchi
69 a Antonio S.el Marino y Constitución  
f Malegne  Rivadavia e/R.Crusoe y S.el Marino
h Udasso  Constitución y R.Crusoe  
I Cano Constitución e/           
j Dal Porto 
l Kebe y Martínez  
70 h Savini   e/Valle Fértil y R.Crusoe
72 a Mariotti  Jason y S.el Marino
bc Caroni  Constitución     
d Cúndari     e/ “      y R.Crusoe
f Fortunato
k Luchetti   Constitución, R.Crusoe, Jason  
73 d Lossino  Bunge c/ salida a Jason  
e Carrillo
fgh Pinamar SA
I  Garbarini   
k Yeannes  
ZONA C4
77 a Irigoyen Artes y Sirena
79 d Melo Pingüinos Langostinos Sirena
80 g Lamela   Pingüinos e/Merluza y Langostinos  

83

 

f Díaz Tiburón e/Sirena y Langostinos  
84 e Yangüela Tiburón e/Langostinos y Sirena
85 f  Pimentel    Tiburón y Libertador  
g   Gilardoni    Libertador y Pingüinos  
86 b Curutchet Langostinos e/Libertador y Sirena
e  Reyes Oribe Libertador e/Langostinos y Tiburón
j  Ramos    y Tiburón  
g  Ferrari   e/langostinos y Tiburón  
m Verruno  Tiburón e/Sirena y Libertador  
91 d Groussac M.Pescador e/Sirena yLibertador  
j Anderson Langostinos
ZONA C5  
165  f Peña de los Aromos y de los Faunos (Shaw)  
166 k Rigos  “ e/ Artes y Centauro
ZONA D1 
108 e Bunge Libertador y Trirremes  
109 f Grossi Trirremes y Burriquetas  
I  Angeleli   Libertador e/Tobías y…  
110 bc Pirovano Av.del Mar y Tobías
112 f Giribone Arca de Noé y Burriquetas  
g Piñeiro Pearson    y Buen Orden  
h Ruiz Luque Buen Orden e/A.de Noé y Trirremes
113 h Ascoli  Libertador y Goleta Independencia  
117 a Morsaline Libertador y A. de Noé  
125 ijkl Country Club (Pazos,Bernatá, Moreno, Mestorino) Fta. 25 de Mayo e/Argos y Libertador  
126 h Casiraghi Libertador y Gol.Independencia
127 gih Pinamar SA Argos y A.de Noé
d Fontecha Morales Arca de Noé c/vista al golf