EL RESCATE DE LA EXPEDICIÓN ANTÁRTICA SUECA La expedición sueca al mando del prestigioso explorador Dr. Otto Nordenskjöld se encontraba en la Antártida desde enero de 1902. Se había acordado con las autoridades dela embajada Sueca que el primero de mayo de 1903 era la fecha tope para regresar, si así no había ocurrido debería considerárselos en emergencia. Habiendo transcurrido el plazo establecido y no dando señales de vida se consideró a la Expedición en dificultades. Una vez más intervino el Perito Moreno proponiendo que la Armada Argentina participara del rescate, además era amigo de Nordenskjöld y un argentino era parte de ese grupo expedicionario en riesgo. El Gobierno del presidente Roca atendió el pedido de socorro. Se decidió organizar la azarosa empresa de rescatarla y para ese fin comisionó a la ya veterana corbeta A.R.A. “Uruguay” , había sido botada en 1874. Como no era adecuada para la navegación polar la nave fue sometida a urgentes reformas que le permitieron afrontar tan difícil tarea con un mínimo de posibilidades. En tiempo record el buque fue renovado y alistado en el Arsenal de Marina de Dársena Norte en un alarde de eficiencia. El oficial argentino era un joven marino de 23 años de edad que estaba pasando su segundo año en el continente antártico; era el primer argentino en cumplir tal hazaña. Una hazaña sí, como fue el propio rescate.
LOS MEDIOS DE LA ÉPOCA A fines del siglo XIX los barcos se encontraban en un proceso de transición, de la navegación a vela a la de propulsión de hélice. La corbeta Uruguay era un buque mixto: con velas y motor. Los motores a vapor carecían todavía de suficiente potencia y confiabilidad. En 1901 Guillermo Marconi había enviado la primera señal inalámbrica de radio, desde Inglaterra hasta Saint John's en Canadá a 3.500 Km. de distancia, sin embargo aún faltaban algunos años para que el uso de la radio fuera una realidad práctica. A la falta de medios de comunicación había que sumar los escasos conocimientos geográficos que se tenían de esas latitudes. Consideremos también los precarios medios de exploración de la época y el ambiente antártico tan hostil. En esas condiciones toda incursión en las regiones polares era una empresa tan riesgosa como heroica. El rescate no escapaba a esa realidad. RUMBO AL SUR
La Uruguay zarpó del
puerto de Buenos Aires el 8 de de octubre de
1903 rumbo al sur bajo el mando del teniente de
navío
Julián Irizar.
Una muchedumbre se dio cita en el puerto de Buenos Aires y el propio presidente Julio A. Roca despidió a los marinos argentinos. Nadie ignoraba los enormes riesgos que correrían en tan humanitaria misión. Todavía no lo sabían pero estaban escribiendo una de las páginas más brillantes de la historia naval y antártica de la República Argentina. La pequeña nave se alejó de la capital de una Argentina que por aquel entonces apenas tenía cinco millones de habitantes pero que despertaba al siglo XX con los mejores auspicios de riqueza y progreso producto de una pampa fértil y de una masa de esforzados inmigrantes europeos, que de a miles empezaban a llegar a sus costas. En el amanecer del día 10 de octubre la corbeta navegaba a la altura de Punta Mogotes y enfilaba hacia las islas Año Nuevo El día 16 de octubre llegaron a la Isla Observatorio del grupo de las islas mencionadas (donde desde el año anterior funcionaba un observatorio meteorológico y magnético). Se encontraban a unos 10 Km. al norte de la Isla de los Estados y a 60 Km. al este de Tierra del Fuego. Allí permanecieron hasta el día 19 en que pusieron rumbo a Ushuaia a donde llegaron el 20. En el legendario puerto fueguino cargaron 47 toneladas de carbón y terminaron de aprontar el buque para la aventura que se aproximaba, mientras quedaron a la espera de novedades del Antarctic -el ballenero de la expedición sueca-, o del velero de la expedición francesa del Dr. Juan Bautista Charcot que debía participar del rescate. El primero de noviembre sin noticias de ambas naves y de acuerdo con las instrucciones recibidas se hicieron a la mar.
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