“Bueno el asunto no empieza en el Coliseo, el asunto empieza mucho antes, en el año 1916 una especie de curiosidad morbosa por lo que era la posibilidad de comunicarse sin hilos, sin medios físicos. Nosotros, es decir yo solo, por aquel entonces, empezaba a estudiar por todos los medios que tuviera a mano y por la bibliografía que era escasa o nula en ese procedimiento.

 Al poco tiempo de andar   y con los pocos elementos que tenía entré en contacto –a través de un amigo- con Luís Romero y me encontré con una verdadera maravilla, él se había anticipado y tenía ya equipos de comunicaciones receptores y transmisores de telegrafía y algo de telefonía en la casa de él.

 Me llevó a conocerlo un amigo, se llamaba Rodolfo Mashtwitz, yo entraba a la Facultad de Medicina, él ya era estudiante de la Facultad, así que había mucho contacto y posibilidad que se desarrolló al poco tiempo, ya en base a los conocimientos que él tenía  y que eran superiores a los míos.

 Estaba también, y lo conocía a través del éter, a Ignacio Gómez un amigo que trabajó mucho en la especialidad y entre todos desarrollamos las comunicaciones telegráficas, y sobre todo la “atracción mayor telefónica”, que era un procedimiento muy antiguo, de origen italiano, se llamaba la “chispa de Majorana” y con la cuál se podían comunicar palabras perfectamente inteligibles a pesar de que el ruido de fondo de la transmisión era de 50%, pero el 50% era la modulación.

 Estuvimos trabajando sobre eso insistentemente y mientras tanto nos pusimos en contacto con Horacio Martínez Seeber, que era un aficionado de la época, con Miguel Mujica estudiante de medicina de aquél entonces y el Dr. Susini, también médico ya mucho mayor que nosotros, unos diez años más que nosotros y entre todos llevamos adelante esta técnica laboriosa, trabajosa y sobre todo con muy pocos medios más que los manuales y que la artesanía nuestra podía llevar adelante. 

 Nosotros teníamos por delante una técnica y nuestra preocupación científica –que data del Colegio Nacional- para eso está hecho el Colegio Nacional, para establecer la inclinación que el estudiante tiene por diversas técnicas, las ciencias, las artes, la poesía y todos nosotros estábamos muy preocupados por la parte física del asunto.

 Voy directamente al grano: el Dr, Susini –que era médico de la marina-hizo un viaje aFrancia, fue a estudiar  el efecto de los gases asfixiantes al fin de la guerra pasada (Primera Guerra Mundial) y trajo algunas válvulas de radio, que ya en Buenos Aires algunas había y que Horacio Martínez Seeber y Miguel Mújica ya habían puesto en marcha, pero de todas maneras las válvulas llegaron a Buenos Aires.

 Conjuntamente con eso el Dr. Susini tenía a su cargo la dirección técnica de la construcción del Teatro Coliseo de Buenos Aires, en el cuál se iba a establecer una temporada de ópera.

 

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